Reviven los pueblos de Zamora, como los de toda España, en los meses del estío, con el calor y con las vacaciones: se llenan sus calles y sus locales con los hijos de la diáspora que vuelven a pasar unos días con los suyos -familias, vecinos amigos todos- antes de tornar a las zonas industrializadas en las que hallaron trabajo y hogar. Al llenarse de gente, los pueblos se llenan de vida, ese misma vida que se echará de menos meses más tarde cuando vuelvan los días cortos y el tiempo frío. Así que hay que aprovechar, y se aprovecha, incluso son mayoría los municipios que organizan numerosos actos de toda índole, aunque primando los espectáculos y actos lúdicos, de ocio y cultura tradicionales.

El temporal dinamismo de la provincia se nota ya muy vivamente estos días en la capital, y se nota igualmente en las carreteras, con una circulación más densa y hasta más relajada. Una animación que va a ir en aumento en estás próximas jornadas para culminar en agosto, que es cuando la población de la tan despoblada Zamora, alcanza su tope, sobre todo, cuando se aproxima el 15, la fiesta de la Asunción, cuyas ferias y fiestas son celebradas, a lo grande, en muchos pueblos. Lo cierto es que tras la dura crisis pasada, el consumo se ha reanimado algo y parece enfocarse el período vacacional de un modo más alegre, aunque sin dejar de atender al bolsillo en la mayoría de los casos.

Pero, como siempre ocurre en esta época, con el verano llegan otros problemas, añadidos, a las zonas rurales, y que ahora se hacen más patentes. Es lo que ocurre con el agua, con su ausencia, o escasez, o sus condiciones, y ello pese al esfuerzo que lleva haciendo la Diputación por subsanar esta endémica precariedad, resuelta en algunos lugares, pero todavía no en todos. Y lo que pasa con algunos tramos de carretera todavía, aunque la mejora que se produjo en este sentido cuando Maíllo fue presidente de la institución fue notable y arregló muchos kilómetros de la red, pero aun faltan. La Diputación anuncia ahora una inversión de casi cuatro millones para la reparación de vías y es una buena noticia. Y no solo debiera atenderse al estado del asfalto porque otro riesgo supone la falta de desbroce en algunas zonas, lo que además del peligro de incendios significa una molestia para los conductores a los que la maleza puede privar de la visibilidad necesaria. De lo que nunca se ha vuelto a tratar es del transporte público en las localidades del alfoz cercanas a la capital, un proyecto ambicioso y necesario de la Junta y los ayuntamientos pero que luego, como tantas otras cosas, quedó en nada.

Las diputaciones, innecesarias, han de cumplir con sus obligaciones mientras duren. La de Zamora está poniendo buena voluntad y eso parece evidente como se demostró con el reciente plan para beneficiar a los trabajadores en paro de los municipios de menos de 1.000 habitantes, doblando con fondos propios la inversión aportada desde la Junta de Castilla y León. Son medidas de coyuntura, eventuales, desde luego, pero que ayudan a quienes necesitan trabajo y de paso al PP y sus instituciones pregonando el descenso del desempleo, ya en menos del 20 % según la EPA.