La Junta de Castilla y León acaba de recibir a través de los fondos Feder de la Unión Europea una ayuda de seis millones de euros para ampliar la llegada de la banda ancha en la región. Pero la propia directora general de Telecomunicaciones, María Victoria Seco, en su reciente visita a Zamora, ya ha adelantado que tal subvención está vinculada a la instalación de fibra óptica y esta "nunca va a llegar a los pueblos más pequeños". Dura aseveración, que contrasta con ese listado de medidas que agitan los políticos, sobre todo en época electoral, para garantizar la supervivencia del medio rural.

La Ley General de Telecomunicaciones reconoce el acceso a Internet de banda ancha como "un servicio de interés general que se presta en régimen de libre competencia", lo que implica, al mismo tiempo, que las operadoras se extiendan por las zonas en las que aseguren rentabilidad económica a las inversiones realizadas, es decir, lejos de las que, como muchos de los núcleos zamoranos de población, presentan problemas de aislamiento, despoblación o envejecimiento.

Se daba por hecho, pues, que las operadoras nunca acudirían "motu proprio" a lugares donde no existiera tal rentabilidad, pero ahora también hay que descartar una intervención administrativa para acercar las autopistas de la información a las zonas rurales en una región, cierto es, que se caracteriza por la despoblación, la dispersión y el envejecimiento. Surge, una vez más, la eterna paradoja que condena a una parte más que relevante de la sociedad, en este caso zamorana, que seguirá sin encontrar caminos apropiados para el desarrollo económico por muchas autovías y muchos AVE que le pasen por delante, porque, una vez más, corremos el peligro de llegar demasiado tarde.

La directora general no aclaró si, al menos, esos seis millones servirían para cubrir déficits en comarcas zamoranas donde existe una actividad importante en la industria agroalimentaria, como Toro o focos de recepción de turismo, como Sanabria o en núcleos importantes en cuanto a población, como los pueblos del alfoz de la capital zamorana. Así debería ser según establece la propia Comisión Europea cuando reconoce que "la utilización eficaz de las tecnologías de la información y de la comunicación, impulsada por un mejor acceso a Internet de alta velocidad (banda ancha) desempeña un papel fundamental para aumentar la productividad y promover la innovación en Europa y, en particular, en las zonas rurales".

Como solución alternativa a lo que parece una realidad irremediable, la Junta plantea la conexión vía satélite y establece ayudas de hasta 400 euros por usuario. Ni la tecnología es nueva ni la propuesta de la Administración territorial tampoco. El año pasado las mismas ayudas fueron convocadas por el Gobierno regional: un presupuesto de 200.000 euros destinados a las nueve provincias de Castilla y León. Ello suponía que, en Zamora, apenas 500 personas tendrían acceso a las subvenciones de una población superior a 15.000 habitantes que no dispone de ninguna conexión a Internet. La sorpresa fue, sin embargo, que el 98% de la partida quedó sin gastar. Solo fueron nueve personas en toda la provincia quienes solicitaron las ayudas, en total 3.600 euros.

Ahora la Junta vuelve a lanzar la convocatoria para intentar que la situación no se repita. Una iniciativa digna de elogio si las causas de esa baja demanda estuvieran directamente relacionadas con la falta de información o de difusión de la línea de ayudas. Pero, además, la conexión vía satélite de Internet no goza de la mejor reputación entre los usuarios de las redes. Ya en la convocatoria del año pasado lanzada por la Junta hubo voces que consideraron inútil la medida, puesto que existían empresas que ya instalaban el mismo tipo de conexiones que se ofrece a financiar la Consejería de Fomento de forma gratuita y sin el papeleo que acarrea toda petición administrativa. En contraste, los precios por consumo que tienen que pagarse a continuación para mantener el servicio son, en opinión de los detractores, demasiado elevados frente a las operadoras de fibra óptica.

Por otra parte, el servicio vía satélite tiene serias limitaciones. Habría que pulsar la opinión de los empresarios instalados en esas zonas sobre si los 22 megas de velocidad que la directora general considera "suficientes" incluso para una industria cubren las necesidades reales de sus negocios. De momento, frente a los 300 megas y 4G que ofertan a los afortunados usuarios domésticos de las ciudades, esos 22 megas se antojan un tanto escasos.

La amplia cobertura, la seguridad y el servicio de televisión añadido son otras ventajas del satélite cuyo uso se ha ido extendiendo en estos últimos años, pero los expertos siguen encontrando más inconvenientes que ventajas en cuanto a precios, complejidad de instalación, retardos en la conexión e incidencias meteorológicas que pueden afectar al servicio.

En definitiva, resulta difícil, a la vista de estos datos, establecer si, realmente, el satélite será una alternativa válida para que el mundo rural no se quede definitivamente descolgado no ya del futuro inmediato, sino del presente, pero está claro que la Administración no puede permanecer de brazos cruzados frente a lo que es una realidad que afecta directamente a todos los usuarios, puesto que son numerosos los trámites que solo pueden resolverse telemáticamente.

La crisis acabó con la incipiente red de telecentros y cursos de capacitación para los vecinos de los pueblos que hoy se ven condenados a depender de las instalaciones municipales para cumplimentar exigencias de las diversas instituciones. Sin que existan medios para poder llevarlas a cabo, determinadas modernizaciones solo pueden entenderse como un ejercicio de esquizofrenia realizado desde los despachos, sin poner un pie sobre la humilde tierra de la Zamora rural. Eso ocurre si se legisla al margen de la realidad cotidiana para un elevado porcentaje de población.

Y si necesario es en el caso de los zamoranos de a pie, el acceso ágil a Internet resulta imprescindible para que las empresas agroalimentarias o de cualquier otro tipo que puedan instalarse en la Zamora rural resulten operativas y, por tanto, rentables. Porque solo así se consigue mantener con vida el medio rural.