Esta nueva caterva que ha irrumpido en la vida política española cargados de consignas tendentes a la "recuperación de las libertades perdidas", a la regeneración de la autoexcluyente clase política en cuyas filas militan sobrellevando caspa y casta, estos que dicen, de forma un tanto demagógica, defender los intereses del "pueblo", hablando en nombre del pueblo, aunque no sé bien de qué pueblo, si del suyo o del de sus papás, estos a los que se les llena la boca de honradez, de igualdad, de fraternidad, los mismos que prometen trabajar para cambiar España con el firme propósito de que no la reconozca ni la madre que la parió, no predican con el ejemplo. Y es que, lo digo siempre, una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo.

Al secretario de Organización de Podemos y líder de dicho partido en Aragón le remito. El inefable Pablo Echenique, un tipo que hace de la demagogia su forma de comunicación verbal, le han sacado los colores. Con razón. Este buen hombre, nacido en la localidad argentina de Rosario donde nunca le sería permitido hacer y decir lo que hace y dice en España, entre otras cosas porque aquí hay libertad y en Argentina no tanta, mantuvo durante catorce meses, los que van de marzo de 2015 a mayo de este año, a un asistente personal sin contrato y sin cotizar en la Seguridad Social. Si eso lo hacen Cospedal, Maroto o Levy, del Partido Popular, este mismo señor habría pedido ya su inhabilitación de por vida para el ejercicio de cargo público alguno. Pero, ¡ay, amigo!, el "infractor" es de Podemos y estos están todos ellos inmaculados, no han roto un plato en su vida, aunque hace ya tiempo que se cargaron la vajilla. Echenique se ha despachado con el reconocimiento de que "no hice las cosas bien" y ha puesto punto y final al asunto. Si hubieran sido otros, la letanía podemita sería inmisericorde. Lo que quiere decir que esta gente juzga en función de la ideología. Como si ellos estuvieran impolutos, sin mancha de pecado original. Lo malo es que los tienen mortales de necesidad. Pero es que además, para justificarse, ha soltado las siguientes perlas: "es una pena que la gente humilde -como el citado trabajador- se vea empujada a participar en la economía sumergida". ¡Joer el tío este, qué fino hila! Otro al que hay que aplicarle las redondillas de sor Juana Inés de la Cruz: "¿Quién mayor culpa ha tenido en una pasión errada, el que peca por la paga o el que paga por pecar?". Claro que como se trata de una monja a este tío como si le hablo en chino mandarín. La culpa es del trabajador, no del empresario Echenique. Tiene huevos la cosa, ¡muchos huevos! Para paliar, justificó la economía sumergida diciendo: "Yo no me atrevería a criticar a una familia que tiene a su cargo a un dependiente y llega difícilmente a fin de mes". Pero es que de esos con dependiente a su cargo y que no llegan a fin de mes, señor Echenique, hay a miles.