Tratando de ponerme al día con algunos asuntos de naturaleza económica, me topé con este concepto propio del mundo de la producción y de las finanzas. "La tecnología digital nos lleva a costes marginales cercanos a cero". Estamos hablando de que apenas hay incremento en el coste total que supone la producción adicional de una unidad de un determinado bien. Con un ejemplo quedará más claro: un joven, en su casa, con el equipo pertinente, está produciendo y compartiendo su propia música. El coste de producción con calidad de estudio es casi cero y esa música es compartida por muchas personas con un gasto ínfimo. Los periódicos digitales son otro ejemplo y Wikipedia, ese inmenso pozo de información, nutrida altruistamente por la gente, el más claro. Sin duda, el conocimiento del mundo se está democratizando. Esta es una de las conclusiones del sociólogo y economista Jeremy Rifkin. En su libro "La sociedad de coste marginal cero" nos avisa de un porvenir demasiado próximo, entrando ya por la puerta de nuestra casa, o de cualquiera de las pantallas que consultamos cada día.

Fue Kevin Ashton, investigador británico, quien habló en 1999 del "Internet de las cosas", referido a la interconexión digital de objetos cotidianos con Internet. Los vertiginosos avances en este campo nos adelantan que la conexión avanzada de dispositivos, sistema y servicios supera la tradicional comunicación máquina a máquina. En 2009 decía Ashton: "Si tuviéramos ordenadores que supieran todo lo que tuvieran que saber sobre las cosas, (?) sabríamos cuándo reemplazar, reparar o recuperar lo que fuera, así como conocer si su funcionamiento era correcto. El Internet de las cosas tiene el potencial para cambiar el mundo tal y como hizo la revolución digital hace unas décadas. Tal vez incluso hasta más".

Ya estamos en ese mundo, y no es virtual, se trata del real. Veamos cómo afecta a la gestión de la energía. En Alemania, las energías solar y eólica están creciendo muy rápidamente. Este país apostó decididamente por la energía renovable y está consiguiendo resultados espectaculares. El pasado 8 de mayo consiguieron que la electricidad tuviera coste cero, incluso los precios fueron negativos durante unas horas; algo así como si los productores de la energía estuvieran pagando por consumirla. Les resultaba más caro parar los sistemas que regalar la electricidad. Con muchas menos horas de sol que nosotros, ya cuentan con un 30% de energía eléctrica producida por renovables, calculan que en 25 años será el 100%. Están consiguiendo que los costes marginales se aproximen a cero. Decía Rifkin: "El viento o la luz no nos mandan la factura". Todo esto es posible gracias a la conectividad, al Internet de las cosas, que facilita el transporte y la logística. También lo están poniendo en práctica los chinos, millones producen su propia energía solar y la devuelven a la red, gracias a la digitalización del proceso.

Qué rabia da mirar para nuestra factura de la luz, qué asco de gobiernos españoles arrodillados ante las empresas eléctricas, qué impotencia ante el retraso que están ocasionando en el desarrollo de las energías renovables. Hay que recordar que España en 2007 era líder mundial en esta tecnología, exportábamos patentes y técnicos. Diez años después, no somos nadie relevante, perdemos miles de millones que nos regalaría el sol y el viento, mientras Iberdrola, Endesa, Gas Natural? aumentan beneficios cada año. Quizás no estaría mal recordar que en los consejos de estas grandes empresas, se sentaron y se sientan cargos políticos como Aznar, Felipe González, Ángel Acebes, Josep Borrell? Todos cobran de 100.000 euros en adelante. Una vergüenza que algún día deberán explicar. Eso sí, como algún españolito osado quiera poner una placa fotovoltaica para autoabastecimiento, que se prepare. Estos politicastros corrompidos, con sus serviles partidos, aprobaron las leyes necesarias para que todo sea legal. ¿Será posible que nos vayan a gobernar los mismos? Debemos estar locos.

En el ámbito del transporte de mercancías o personas también veremos cambios drásticos en pocos años. No es sostenible por mucho tiempo el vehículo que consume derivados del petróleo, por lo que contaminan y por lo caros que resultan. Es posible que estemos al final de la segunda revolución industrial, basada en las energías fósiles, según vaticina el sociólogo Rifkin. Cree que en 20 años el modelo de coche actual ya no estará aquí, quedarán vehículos eléctricos, muchos de los cuales funcionarán sin conductor a través de GPS. Por eso, resulta curiosa la noticia que semanas atrás fue repetida machaconamente sobre un vehículo eléctrico, con piloto automático, que había chocado y su pasajero fallecido. Era de la marca Tesla, un fabricante comprometido, que lleva años apostando por el coche eléctrico y las ayudas que el Internet de las cosas proporciona. Estamos ante una clara manipulación de corporaciones empresariales, interesadas en retrasar lo más posible lo que a todas luces es inevitable. Será la tercera revolución industrial, esa que nos acercará al coste marginal cero, así que obliguemos a nuestros políticos a levantar su cabezota y atender a un futuro más limpio y con más igualdad para todos.