La otra noche comenzó en el canal Historia una serie documental sobre la Guerra Civil española. Este no es un artículo sobre la Guerra Civil. Ni sobre televisión. Es un artículo sobre la posibilidad que existe siempre de dar nuevos puntos de vista a acontecimientos que algunos tienen por muy manidos. Claro que no falta quien opina, sin haber leído un solo libro sobre el asunto, que ya tiene muy visto eso de la contienda del 36. Son gente que se saturan con tres películas sobre nuestro conflicto, pero pueden tragarse seis sobre la guerra de los Boers, la civil de Estados Unidos o la de rusos contra nazis en la Segunda Guerra Mundial. En el mismo día. Será por la vistosidad de los uniformes. O porque militan en el Ejército de Lo Mejor es lo de Fuera. Están en su derecho no obstante. Sobre gustos (bélicos) no hay nada escrito. Aunque sí mucho disparado. La vigencia de la Guerra Civil como fuente cinematográfica, literaria, que refleja vilezas, pasiones, tragedias, historiones o hasta situaciones cómicas es total. Un filón que otros países no tienen. Es nuestro western. Anda que si los franceses hubieran tenido una "civil war" como la nuestra no nos la sabríamos de memoria. En el documental salían numerosos historiadores españoles y extranjeros. Al principio, lo confieso, no obstante lo escrito más arriba, yo también pensé que podría encontrarme con algún tópico. Pero no. Ahí es nada, casi se me atraganta la lechuga, la historia de Constanza de la Mora, ese divorcio pionero, ese marido aviador republicanote, esa hermana falangista. No estaba nada mal tampoco la parte sobre la vida cotidiana en Madrid, el metro como refugio, Morena Clara triunfando en la cartelera de ambos bandos, las terrazas de la Gran Vía llenas...

O las revelaciones acerca de que el Gobierno británico jamás quiso que la República ganara. Que incluso trabajó para que, en beneficio de Franco, la guerra fuese más corta.

-Oiga, que eso ya se sabía.

-Bueno, tan documentado no sé si estaba. Yo creo más bien que se intuía.

En cualquier caso, a mí lo que me interesa resaltar aquí es que la vida te puede dar grandes sorpresas: en efecto, es falso que si pones el canal Historia haya un documental sobre el nazismo. Puede haber otra cosa. A ciertas horas de la madrugada, y con este calor, y uno que ha estado algo alicaído los últimos días, el mando oscila, trillados y hollados los canales convencionales, entre el Discovery, Historia, Viajar y National Geographic hasta formar en la mente una hiperplasta catatónica con la que uno queda en duermevelas pasándole por la cabeza una mezcla de imágenes. O sea, Hitler con Eva Braun en un crucero de hoy en día con turistas americanos obesos trasegando mojitos y en la mar tiburones blancos de ocho metros mientras en una pantalla que se ve al fondo un especial sobre conducir tráileres de varias toneladas en Alaska con una sola mano y una nota habla sobre megaestructuras. Parece haber aun así hueco para las dos Españas.