Esto sucedía el día 2 de febrero del año 1908 en Lisboa. La prensa del día siguiente publicaba la tremenda noticia del asesinato del rey don Carlos I de Portugal y de su hijo, el príncipe heredero, don Luis Felipe.

La familia real portuguesa había pasado varios días en Villaviciosa y regresaban a Lisboa, haciendo su entrada en la ciudad escoltados por la policía y fuerzas de Caballería. El carruaje avanzaba entre el público teniendo que abrir paso la policía. A la llegada del carruaje real a la calle del Arsenal, un numeroso grupo de republicanos y progresistas disidentes apostados en la calle hicieron una tremenda descarga con armas de fuego sobre la real familia.

La reina Amelia reaccionó cubriendo con su cuerpo el del príncipe Manuel, hijo menor de los monarcas portugueses. Acto seguido se vio caer de su asiento al rey don Carlos I y su cuerpo rodó hasta el fondo del carruaje. También resultó cadáver el príncipe heredero de la Corona, Luis Felipe de Braganza. Los hechos produjeron momentos de estupor entre las gentes que corrían de un lado para otro, presas del consecuente pánico, sin acabar de enterarse de lo que acababa de ocurrir.

La escolta que acompañaba al coche regio disparó sus fusiles contra los asesinos, que huían inmediatamente después del atentado. Parte de la escolta salió en persecución de los huidos y algunos soldados se quedaron custodiando los cadáveres. Catorce de los asesinos fueron muertos por los disparos de la escolta y otros muchos consiguieron huir.

La reina Amelia no quiso trasladarse al palacio real y prefirió quedarse haciendo compañía a los cadáveres de su esposo e hijo que, en principio, fueron llevados al cercano arsenal. También el infante don Manuel recibió disparos en un brazo y en la región maxilar, pero su estado no era grave.

Los autores del atentado fueron identificados como seguidores del conocido político Terreiro.

S.M. el rey don Alfonso XIII de España dispuso que una comisión de oficiales del Regimiento Castilla, de guarnición en Badajoz, saliera inmediatamente para Lisboa con objeto de asistir a los funerales de don Carlos y del príncipe Luis Felipe; dado que el desgraciado monarca lusitano era coronel honorario del regimiento Castilla, oficiales de dicho regimiento velaron durante algunas horas los cadáveres.

De acuerdo con la Carta otorgada vigente en aquella época en Portugal, le correspondió ser el nuevo monarca a don Manuel, nacido el 15 de octubre de 1889 y que había cumplido los dieciocho años y tomó posesión con el brazo en cabestrillo.