En 1952 comienza a aparecer en la prensa trabajos sobre la situación y proyectos de los territorios que comprende la frontera con el vecino reino de Portugal. Pasarán más de veinte años y con más libertad de expresión aparecerán los trabajos de estos autores Antonio Pintado como seudónimo y Eduardo Barrenechea en un libro titulado "La Raya de Portugal la frontera del subdesarrollo", estudio de los distritos portugueses y de las seis provincias españolas afectadas, libro de obligado conocimiento para todos aquellos que traten de hablar de España, de su desarrollo y de su futuro.

Partiendo de la célebre frase de "la Historia ha seguido el curso de los ríos" hoy la completaremos añadiendo, "pero se ha escrito a lo largo de los caminos" y este es parte del conjunto de olvidos, humillaciones y hasta desprecios que se han ejercido sobre los territorios citados. Un capítulo muy afectado que hace pocos meses se ha rematado, lo hemos vivido plenamente con la 630 Sevilla-Gijón, que ha tardado más de 30 años en terminar su desarrollo.

Hoy, y en este humillado oeste, nos esperan más de 30 años para desdoblarse la 122 Oporto-Barcelona, mientras que otras de dificilísima justificación hace años que se han desdoblado.

Estas tierras al oeste zamorano forman parte de este oeste citado en la obra al que solo se le dedica de cuando en cuando atenciones mediáticas sin tener en cuenta que esas atenciones deberían ser aplicadas con la máxima intensidad y frecuencia en los centros de formación de la juventud, generaciones que de cara al futuro terminarían con este oeste ibérico, olvidado, ignorado y maltratado de la manera más triste y vergonzosa.

La Raya y la 122 constituyen un desafío a la organización no solo de la comunidad sino del Estado si tenemos en cuenta que este oeste ibérico constituye de cara al futuro el gran corazón de ese espacio histórico que va desde las costas africanas del Atlántico a las hispanoamericanas del Pacífico.

Hay una enorme responsabilidad en nuestras autoridades partiendo de las municipales y siguiendo en la escala hasta las centrales, constituyendo un verdadero insulto el olvido de las situaciones que una vida normal en su desarrollo crea y para cuya solución pide ayuda.

Hasta tal punto ha llegado esta situación que la propia ciudad de Zamora ha sufrido esa desidia y abandono como lo demuestra que en la zona oeste de su plano urbano, conjunto histórico artístico, se pueden contar una veintena de solares con varias décadas de vida y sin una solución definitiva.

No sabemos si sobre el oeste de estas tierras pesa una constante histórica que le cierra las posibilidades de futuro.