Pasan los días y no se vislumbra con certeza ninguna posibilidad de saber si no se tendrán que celebrar las terceras elecciones en España. El tactismo político, ese juego tan bien aprendido donde se refugian nuestros líderes políticos, nos tiene en vilo a casi todos menos a ellos, atrincherados en las esencias doctrinales y captadores únicos de las verdaderas intenciones de sus electores a pesar de lo que dicen las encuestas realizadas a tal fin. Solo están de acuerdo en que repetir otra vez las elecciones sería catastrófico y ahí se quedan. Yo les adelanto que si eso sucede no iré a votar ese día.

En el libro que estoy leyendo de Henry Buckley titulado "Vida y muerte de la República Española", en la introducción su autor cita a lord Badwin que dijo que la democracia solo sobrevivirá en nuestro mundo occidental si somos capaces de dotarla de un carácter constructivo que permita resolver de manera rápida y eficaz los problemas políticos y económicos con los que se enfrenta un país. Añade el autor que nuestros políticos pueden tener buenas intenciones, ser inteligentes, ser buenas personas y buenos padres de familia pero si al final no saben resolver problemas reales mejor que se queden a cultivar el huerto o jardín.

El mundo está complicado como nunca, no hace falta más que ver las noticias tan duras que están sucediendo en estos días. El mundo económico está lleno de dureza, competencia y crueldad. Como te descuides te han robado la cartera. La necesidad de no perder una cierta iniciativa política internacional es clave en las relaciones internacionales y de posicionamiento en la pugna de intereses con las que se mueve el mundo.

Se entiende que en los momentos electorales cada partido exponga su ideología, su modelo de sociedad, su proyecto de país. Que se digan las verdades y mentiras que dicen y que se levante a veces el tono dentro del calor del debate. Un carrusel electoral se parece cada vez más a un circo lleno de payasos y animales. Pero todo tiene su fin. Yo, como ciudadano, no estoy dispuesto a volver a pagar la entrada para que se repita el circo.

Somos un país complicado, bastante inculto, poco social y muy hortera pero no lo podemos cambiar de hoy para mañana. Se podrían haber hecho las cosas muchísimo mejor pero no ha sido posible. Los "valores" de la dictadura nos han marcado en profundidad y se tardarán en borrar. Pero una vez dicho todo esto hay que gobernar y no encerrarse en las esencias que siempre son muy egoístas. Con los resultados obtenidos en las últimas elecciones nadie puede considerarse ganador total y habrá que pactar si se puede y si no, a aguantarse hasta las próximas elecciones. No hay otro camino.

(*) Miembro del Foro Ciudadano de Zamora