El texto del Evangelio que se proclama hoy en toda la Iglesia nos plantea un tema muy interesante: ¿hay que rezar o hay que hacer obras de caridad? Parece que Marta lo tiene claro. Hay que ser activos en la ayuda a los demás. Para ella no es compatible rezar, meditar, reflexionar sobre la fe con el ejercicio de la caridad. O se hace una cosa o se hace la otra. Y por eso le pide a Jesús que riña a su hermana. Marta es la única mujer que da órdenes a Jesús, según el testimonio del evangelio. Es la única que riñe a Jesús. Marta está convencida de que María está haciendo lo que no debe: escuchar a Jesucristo, atender a su enseñanza. Y eso no lo puede hacer por dos razones fundamentales para Marta. Una: ellas son las anfitrionas y hay mucha gente que atender en la casa. María no puede estar perdiendo el tiempo mientras que Marta no da abasto para que todo esté listo. Su hermana es una vaga. Y dos: María es una mujer. ¿Qué puede decir Jesús interesante para una mujer que la haga desentenderse de sus obligaciones?

Marta no lo entiende. De ahí la respuesta doble de Jesús. Marta anda preocupada de lo secundario, que está muy bien. Cristo no le dice que se desentienda de todo. Pero ha dejado a un lado lo importante: escuchar el mensaje que tiene para ella también, para Marta. María lo ha comprendido. Para ti y para mí lo más importante es abrir nuestra vida a Cristo. Dejar que entre su mensaje y nos transforme totalmente. Y ¿dónde escuchamos a Cristo de verdad? En la comunidad de los que creen en él, en la Iglesia. Sin la Iglesia, fuera de la Iglesia, no podemos conocer el auténtico mensaje de Jesucristo. Serán versiones deformadas, incompletas y tergiversadas de su evangelio.

Pero no podemos quedarnos en eso. Escuchar el mensaje y ya. Ese mensaje tiene que realizarse en nuestra vida. Si no, tampoco vale de mucho. Ahí viene la segunda parte de la respuesta de Cristo. Escuchar es la mejor parte. Pero no es la parte "exclusiva". Escucha y acción deben darse a la vez. No escuchar y escuchar y escuchar, y mantenerse inactivo. Hay que escuchar y llevar a la práctica, a la vida lo escuchado. Y hacer sin escuchar tampoco es cristiano. Sólo es caridad lo que se hace desde la fe. Porque somos llamados a amar. Sin fe es solidaridad altruista, filantropía, lo que sea. Y es muy loable, está muy bien. Pero no es cristiano. Desde la interiorización progresiva de la fe podemos demostrar esa fe en nuestra vida. Si no lo hacemos así, nos quedamos con una parte pero incompleta. Hay que sumar la actitud de Marta y la de María, las dos a la vez, si queremos conocer a Cristo, vivir la fe y sentir plenamente el amor y la misericordia de Dios. No hay que elegir, no hay que descartar. Tenemos que sumar: la fe y la acción. María y Marta.