Ya sé que en España estamos en un tiempo de plena vorágine política. Precisamente por eso, la proliferación y velocidad de los acontecimientos que ocurren en este mundo tan globalizado nos imposibilitan analizar con sosiego y profundidad lo que sucede en nuestro entorno. Entre otras derivaciones, estúpidas decisiones políticas y gubernamentales que en algún momento de nuestra historia reciente se han producido. Y con la pretensión de que no se olviden, quiero escribir brevemente acerca de la decisión de nuestra participación en la triste y famosa Guerra de Irak. Reconozco haber estado muy implicado, como millones de españoles, en debates, manifestaciones y artículos, algunos en este periódico, en el "No a la guerra", ¿se acuerdan? En pocas ocasiones los castellanos y leoneses se echaron a la calle de manera tan unánime, con un grito de dolor como aquel. Las calles de España se llenaban con manifestaciones; entre febrero y marzo salieron a la calle más de siete millones de ciudadanos. Los sondeos de aquel momento mostraban que el 84,7% de los vecinos rechazaban la guerra. No protestábamos para defender a Sadam Husein, el dictador y déspota, sino en defensa del pueblo iraquí.

Ahora que hemos conocido el llamado Informe Chilcot, que nadie discute, sobre las responsabilidades de Bush, Blair y Aznar en el inicio de una guerra injustificada e ilegal, basada en una campaña política y mediática de intoxicación y manipulación de la opinión pública. Cuando comprobamos que continúan produciéndose cientos de miles de muertos civiles. Cuando Irak ha sido devastado, cuando la guerra parece no tener fin. Por eso, ahora que Mariano Rajoy elude hacer declaraciones sobre las conclusiones del Informe Chilcot, que indica que la guerra contra Irak no estaba justificada y que acusan al gobierno de José María Aznar -del que Rajoy formó parte- de participar, junto con el gobierno británico, en una estrategia de comunicación conjunta "que demostrara que ellos estaban haciendo todo lo posible para impedir la guerra" según figura en el citado informe, Rajoy admite que no lo ha leído y añade, para justificar su silencio, que la invasión "ocurrió hace 13 años".

Pues bien, el referido informe demuestra que Sadam Husein no disponía de las armas de destrucción masiva, que no se habían agotado las alternativas pacificas a la guerra, que el Reino Unido y los EE UU habían socavado la autoridad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. De poco valió que la Agencia Internacional para la Energía Atómica, el científico egipcio Mohamed el Baradei y el sueco Hans Blix, al frente de 1.000 inspectores, encargados por la ONU, informaran que no habían localizado armas nucleares, químicas o biológicas ni misiles de alcance superior a 150 kilómetros. En definitiva, que la guerra, como todas las guerras, fue cruel e innecesaria. El informe es "condenatorio" según la BBC, "mordaz" según el Daily telegraph, "un veredicto aplastante" según The Guardian.

El propio Tony Blair pidió perdón por los errores de la guerra y hasta el señor Bush sénior disculpó a Bush júnior. "Un error por culpa de una mala información equivocada". ¡Qué sarcasmo! También me satisface que, una vez conocido el informe, el líder de la oposición del Partido Laborista -que había votado en contra de la acción militar- haya realizado un discurso declarando: "sinceramente pido disculpas en nombre de mi partido por la desastrosa decisión de ir a la guerra de Irak en marzo de 2003", lo que llamó un "acto de agresión militar, puesto en marcha bajo un falso pretexto".

En definitiva, quienes patrocinaron la invasión no calcularon las consecuencias de su decisión y su responsabilidad por el caos que se produjo en toda la región, que ha posibilitado el ascenso del terrorismo del llamado Estado Islámico, con lo que el mundo es ahora mucho más inseguro.

En España estamos asistiendo a silencios insultantes y a declaraciones injuriosas. ¿Qué tienen que decir el Partido Popular y su Grupo Parlamentario que, entre risas y gran entusiasmo, aunque en solitario, apoyó la participación de España en la guerra contra Irak? Y, por citar a quien ostentaba en aquel momento el Ministerio de Defensa, Federico Trillo: "no estuvimos en la guerra", ni Aznar estuvo en las Azores, tampoco en el rancho de Bush fumándose un puro con los pies encima de la mesa, ni habló con acento mexicano. Ni Rajoy se enteró (aunque esto último es más creíble, ¿o no?).