El mayor levantamiento de Britania contra la ocupación romana durante el reinado del emperador Nerón, entre los años 60 y 61 d.C., fue acaudillado por Boudica, reina guerrera de los icenos.

Boudica provenía de familia de aristócratas icenos, se dice que poseía una inteligencia excepcional, que era alta, de voz áspera y mirada feroz, cabello pelirrojo hasta la cadera, túnica de muchos colores y un manto grueso ajustado con un broche. Siempre usaba un grueso collar de oro, aditamento que entre los pueblos celtas significaba nobleza. Su esposo Prasutago era el rey de los icenos, tribu que habitaba la zona del actual Norfolk, al este de Inglaterra. Al principio no fueron parte del territorio invadido por los romanos, porque tuvieron el estatuto de aliados durante la conquista romana de Britania llevada a cabo por Claudio y sus generales en el año 43.

Prasutago vivía una larga vida de riqueza, el problema era que no tenía hijos varones y que, aunque la realeza podía pasar a sus hijas según la costumbre celta, ello no aseguraba la independencia formal frente al Imperio Romano; por eso se le ocurrió a Roma la idea de nombrar al emperador romano coheredero de su reino junto con sus dos hijas. Cuando Prasutago murió, su idea de preservar el linaje fue ignorada por Roma y su reino fue anexionado como si hubiera sido conquistado. Las tierras y todos los bienes fueron confiscados y los nobles tratados como esclavos.

En el año 60, mientras el gobernador Cayo Suetonio Paulino estaba en el norte de Gales llevando a cabo una campaña en la isla de Mona, los icenos conspiraron para levantarse contra los romanos y eligieron a Boudica como su líder.

Dicen que Boudica empleó un método de adivinación liberando una liebre de entre los pliegues de su ropa e interpretando la dirección en que corría, invocó a Andraste, la diosa britana de la victoria, atacando la antigua capital de Trinovantia que se convirtió en foco del levantamiento. El gobernador Quinto Petilio intentó socorrer a la ciudad con un destacamento de la Legión IX Hispania, pero sus fuerzas fueron derrotadas. Su infantería fue emboscada y solo el comandante y parte de su caballería consiguieron escapar. El próximo objetivo de Boudica fue Loundinium que logró incendiar la ciudad y masacrar a sus habitantes.

Por fin, Suetonio y Boudica entablaron un combate en la Batalla de Watling Street. Cuando la infantería britana atacó, las mucho más disciplinadas formaciones romanas hicieron caer sobre ellos una lluvia de lanzas que diezmó sus primeras líneas. Eso sumió en la confusión a los britanos y los hizo retroceder dejando en el campo gran cantidad de muertos. La masacre fue total y los britanos sintieron pánico y comenzaron a retroceder, aplastándose unos a otros mientras los romanos seguían su avance implacablemente. En su desesperación por huir, los britanos no solo empujaron a los guerreros que avanzaban detrás sino a las mujeres, niños y ancianos que aguardaban el desenlace de la batalla en las cercanías de los carros.

Boudica y sus dos hijas, que también que también lucharon ferozmente en la batalla, nunca fueron encontradas ni vivas ni muertas. Tal fue el grado de violencia que los romanos aplicaron, que durante los cuatro siglos siguientes la provincia se mantuvo en paz. Incluso el emperador Nerón calificó de "muy duro" el castigo infligido a los celtas que lucharon en esa batalla.