Parece que tras las reuniones de Rajoy con Sánchez y Rivera se aclara algo el panorama, aunque no del todo porque los oscuros nubarrones de unas terceras elecciones no se disipan. Pero la posibilidad de un Gobierno de minoría del PP -un gobierno muy débil y presumiblemente de escasa duración, pues quien gobernaría en realidad sería la oposición desde el Congreso- empieza a perfilarse de manera más cercana que hace solo unos días, si bien a la hora de la verdad todo va a ser cuestión de pactos y de suma de escaños a favor y en contra, con las abstenciones como decisivas. El hecho es que Rajoy no cuenta ahora mismo más que con sus 137 diputados y uno más con Coalición Canaria.

Del encuentro entre Rajoy y Rivera, el líder de Ciudadanos, salió la primera abstención. Tras pasarse toda la campaña vetando al actual presidente en funciones, el político catalán vuelve a dar un giro más a su discurso. Ni se saben ya las veces, aunque algunos medios las han contabilizado, que el centrista o sus dirigentes han cambiado de opinión y postura. Según soplen los vientos. El líder de Ciudadanos, en la primera vuelta de la investidura votará contra Rajoy, pero en la segunda se abstendrá para que el antes tan vetado candidato pudiera gobernar en minoría y de paso para ver si se anima Sánchez y el PSOE hace lo mismo y miel sobre hojuelas para todos. Puro sainete. Es inevitable acordarse de esa leyenda negra que identifica al partido de Rivera como un invento del Ibex y de la derecha más conspicua para apoyar al PP cuando lo necesite. En fin, que Ciudadanos pierde aún más credibilidad porque además es previsible que si los números pese a la abstención centrista siguen sin ser suficientes, ahí estaría entonces Ciudadanos para lo que hiciese falta, aunque ni ello garantizase nada.

De la otra entrevista, la de Rajoy con el líder de la oposición, con Sánchez, igualmente salió lo esperado: el rechazo, a día de hoy, a todas las ofertas del PP y el anuncio de que votará en contra siempre en la investidura y en investiduras posteriores si las hubiera. Sánchez asume su papel, en contra de las presiones internas, muy poderosas, pero tampoco nadie, ni siquiera entre la militancia socialista, está seguro de que al final y ante la única perspectiva de unas nuevas elecciones el PSOE no cambie de tercio y facilite de una vez el Gobierno de Rajoy. No existe un solo político fiable. Hay que tener en cuenta su precisión: a día de hoy, digo. Desde Podemos, Iglesias ha sido más concreto al asegurar que a Sánchez solo le queda elegir entre Rajoy, nuevas elecciones o un Gobierno de cambio y progreso con ellos. Por su parte, el candidato del PSOE no se pronuncia sobre una posible investidura suya si Rajoy fracasa en su intento, y sobre la base de una abstención de Ciudadanos y el apoyo de Podemos, una posibilidad que empieza a a ser sostenida por algunos dirigentes socialistas.

O sea que sobre poco más o menos todo sigue igual que estaba, los días van pasando, la investidura no será previsiblemente antes de agosto, y o hay un Gobierno en minoría del PP o la asignatura pendiente habrá que dejarla para septiembre. Y eso en el mejor de los casos.