Menos mal que los datos ponen a cada uno en su sitio. Resulta que, una vez más, un informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) ha cuantificado el número medio de horas que se trabaja en los países más desarrollados del mundo. Y la conclusión es muy evidente: hay una relación directa entre el número de horas trabajadas y el desarrollo, la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Quién lo iba a decir, ¿verdad? Toda la vida oyendo que el trabajo no solo era salud para las personas, sino la vía más fácil para el desarrollo de los países y ahora observamos que donde menos horas se trabaja existen mayores niveles de desarrollo económico. De donde se deduce, como ya se sabe, que la modernización de un país o de una provincia, como Zamora, no depende de que se empleen muchas más horas en la producción de bienes y servicios, sino en la manera cómo se utilizan esas horas. Porque se pueden emplear muchas horas y, sin embargo, ser poco eficiente y productivo.

Estas lecciones deberían conocerse en zonas como la nuestra, donde andamos muy preocupados por cómo crear nuevos empleos y, de esa forma, darle la vuelta a la tortilla de la despoblación, la fuga de jóvenes, la caída de la natalidad, el envejecimiento, etc. O sea, los eternos problemas de una provincia que, como tantas otras, viene sufriendo en sus propias carnes los efectos de una estructura productiva y de unas relaciones laborales que no han sido capaces de dar el salto y adaptarse al nuevo contexto de una economía de la información y del conocimiento, que requiere otras formas de pensar, de actuar y de organizar los procesos productivos. Esta nueva forma de producción y gestión económica está caracterizada por el hecho de que el incremento de la productividad o la competitividad de las empresas y el crecimiento económico no dependen del incremento cuantitativo de los factores de producción (capital, trabajo, recursos naturales), sino de la aplicación de conocimiento e información a la gestión, producción y distribución, tanto en los procesos como en los productos.

La generación y el procesamiento estratégico de información son los factores esenciales de la productividad y la competitividad en la nueva economía. Así, del mismo modo que cuando apareció la electricidad las empresas tuvieron que adaptarse a esta nueva manera de producir, ante la actual explosión de tecnologías de la información y comunicación las empresas deben adaptarse a la nueva forma de hacer las cosas. El nuevo paradigma tecnológico ha suscitado la formación de una economía global. Esto significa que el capital, la producción, la gestión, los mercados, la fuerza de trabajo, la información y la tecnología se organizan en flujos que atraviesan las fronteras nacionales. La competencia económica tiene lugar en un marco global no solamente para las multinacionales, sino también para las pymes (pequeñas y medianas empresas) que se relacionan con el mercado mundial, bien directamente o bien a través de sus redes de conexión con las grandes empresas. Por eso es tan importante conocer estos asuntos en Zamora si realmente queremos estar a la altura de las circunstancias.