Gertrudis y Agustina son nombres de mujeres que entraron en la historia por su valor y sus respectivas actuaciones en distintos momentos bélicos. Gertrudis Bocanegra fue una heroína en la Guerra de la Independencia de Méjico en 1817, y Agustina Saragossa tuvo su gesta en la Guerra de la Independencia española.

María Gertrudis Teodora Bocanegra, nacida en Pátzcuaro en 1795, hija de los españoles Pedro Bocanegra y Felicia Mendoza, se casó con Pedro de la Vega, un soldado de la tropa de Michoacán. Cuando estalló la Guerra de la Independencia mejicana, Gertrudis participó en ella como correo de los insurgentes en la región de Pátzcuaro; fue muy hábil al armar una red de comunicación entre las principales sedes de la rebelión independentista. Su marido y uno de sus hijos perecieron en aquella guerra. Ella fue apresada y sufrió interrogatorios para que delatara a sus compañeros. Sujeta a proceso fue sentenciada y fusilada al pie de un fresno de la plaza mayor de Pátzcuaro el 10 de octubre de 1817.

Agustina Saragossa Doménech nació en Barcelona en 1786, hija de Francesc Saragossa y Raimunda Doménech, más conocida en la historia por Agustina de Aragón, llevó a cabo en Zaragoza la acción que la hizo célebre. Tras haber caído heridos o muertos todos los defensores de la llamada puerta del Portillo, las tropas francesas se lanzaron a tomarla al asalto. Agustina, que llevaba la comida a su marido, tomando la mecha de manos del artillero malherido consiguió disparar un cañón sobre las tropas francesas consiguiendo que los asaltantes se batieran en retirada.

Se dice que, enterado el general Palafox de tal hazaña, mandó llamar a Agustina y en el mismo campo de batalla la felicitó y le concedió el distintivo de subteniente con el uso de escudos en los que llevaba los lemas "Defensora de Zaragoza" y "Recompensa al valor y patriotismo". Después de aquella gesta, Agustina no cesó en su empeño de defender la ciudad de los franceses. Agustina fue hecha prisionera y luego liberada en un canje. Recorrió gran parte de España como animadora de los ejércitos.

Murió en Ceuta, a los 71 años de edad a causa de una bronconeumonía. En 1870 fueron trasladados sus restos a Zaragoza, donde son venerados como los de una heroína que con valor y decisión repelió a los invasores napoleónicos.