Suenan esta mañana campanas de boda. Contraen matrimonio dos personitas muy queridas y muy conocidas ambas. A las doce y media, en ese templo maravilloso que unos llamamos de María Auxiliadora y otros de los Salesianos, se darán el sí Marta Barroso y David Galende, sellando de esa forma una bonita historia de amor. Asegura el poeta que: "el matrimonio es anillo de una cadena que comienza en una mirada y termina en la eternidad". Posiblemente, el flechazo entre ambos surgió en una mirada. Lo importante es que sigue vivo, como el primer día y así será hasta la eternidad.

Me vienen a la memoria frases del gran poeta Khalid Gibran que, aun siendo de papel, quiero dedicar a modo de obsequio a esta parejita que hoy se convertirán en marido y mujer: "Al amor le basta con el amor", "El amor no posee y no quiere ser poseído", "El amor solo da de sí y nada recibe sino de sí mismo". Son reflexiones que hablan de generosidad en el amor. Una generosidad que, conociendo a ambos, a buen seguro, preside la vida en común de Marta y David.

Hoy es día de nervios y de mucha alegría en el hogar de Ángel Barroso y Teresa Hernández, los padres de Marta y en el hogar de Pedro Galende y Puri Rodríguez, los padres de David. Por los cuatro siento un gran cariño que se multiplica hasta el infinito cuando hablo de Pedro Galende, amigo del alma, hombre solidario donde los haya, un profesional del sonido y de la luz, imprescindible en los eventos más importantes que se dan cita dentro y fuera de Zamora. En el vocabulario de Pedro no existe la palabra "no". Cuando alguien le dice "ven" en verdad que lo deja todo, especialmente cuando del ejercicio de la solidaridad se trata. Hoy Pedro no trabaja. Hoy Pedro se viste de gala porque el día lo requiere. No todos los días se casa un hijo.

Menos mal que la luz del sol se encenderá esta mañana en honor de los novios. Está asegurada. El sonido, el que en verdad importa, es el de las voces de Marta y David dándose el sí, diciendo sí, un sí rotundo y sin aristas, algo más que un pronombre, que una intención, un sí que en ellos se alargará de por vida. Estoy segura, estoy convencida. Volviendo a quien de amor sabe tanto, el famoso y aplaudido poeta libanés, un manojito de versos fácilmente aplicables que hablan de ese amor sin fronteras que no obstante pide, exige que en la unión, en la cercanía, en la contigüidad, en el contacto, también crezcan los espacios.

"Dejad que en vuestra unión crezcan los espacios. Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos profundamente, pero no hagáis del amor una prisión. Compartid vuestro pan, mas no comáis de la misma hogaza. Llenaos mutuamente las copas, pero no bebáis solo en una. Permaneced juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados. Y ni el roble ni el ciprés crecen el uno a la sombra del otro".

Con todo el cariño del mundo, para Marta y David. Para Ángel y Teresa. Para Pedro y Puri. Y para mi querido Ricky.