Andan algunos candidatos electos del PP dando las gracias melifluamente a sus votantes, a la vez que lloran por las esquinas pidiendo el apoyo del PSOE y Ciudadanos. Pero no solo ellos, aunque en estas elecciones, a diferencia de otras del pasado, no todos los partidos se proclamen ganadores y tres de ellos: socialistas, centristas y Podemos hayan reconocido su derrota en las urnas. Pero, en realidad, a quien más tienen que agradecer los de Rajoy, es a Podemos, y también a los demás pues todos han hecho lo posible con sus torpes campañas para que el PP no solo volviese a ganar sino que aumentase su diferencia. Si hubiese terceras elecciones, Rajoy podría tener más votos todavía. Sin olvidar la gratitud debida a las empresas que realizan encuestas y sondeos, cuyos errados vaticinios, dando a los de Pablo Iglesias por delante del PSOE y acercándose peligrosamente a los populares, sembraron el virus del miedo en amplias capas de la sociedad más conservadora, lo que tanto ha contribuido al resultado final. Puede que unos y otros merezcan más la gratitud del PP que sus propios votantes que aunque no hayan perdonado el lodazal de corrupción en el que se mueven los conservadores han huido de las aventuras de izquierda extrema y del oportunismo centrista para refugiarse cómodamente en lo malo conocido. Pero sin dejar de tener en cuenta que, aun así, dos de cada tres electores no quieren a Rajoy.

Con todo el principal deudor de gratitud es Podemos, con un Iglesias que ha evidenciado una gran falta de madurez política no sabiendo medir los tiempos ni calibrar sus posibilidades reales por encima del voluntarismo y la utopía. Su coalición con Izquierda Unida sonaba a disparate, al mezclar lo nuevo y fresco con el rancio etiquetado comunista, teniendo poco que ganar y más que perder, como así ha sido. Luego, sus giras ideológicas: de la socialdemocracia pregonada pero que nunca ha parecido ni sincera ni cierta, hasta las posturas radicales, como la prioridad dada a las consultas secesionistas. Del frente anticasta a exigir puestos y privilegios. Y así. Pero lo peor, con mucho, ha sido antes cuando no tuvo ni la visión estadista ni la generosidad de abstenerse en la investidura de Sánchez y dar paso a un Gobierno PSOE-Ciudadanos, que era el preferido, y lo sigue siendo, por la mayoría de los españoles. En estas elecciones generales de diciembre y junio ha sido Podemos el partido que más ha hecho para que ganase el PP y Rajoy siguiese instalado en La Moncloa.

Claro que también tendrían los populares que dar las gracias a Ciudadanos, con sus vaivenes y cambios de opinión, con su alianza pasada con el PSOE, con su veto a Rajoy, todo lo cual le ha costado la pérdida de esos ocho escaños que han ido a reforzar al PP. Ahora se encuentra entre la espada y la pared, pues o mantiene sus promesas electorales de no apoyar un Gobierno con Rajoy al frente, o perderá toda credibilidad de cara al futuro, encaminándose hacia el final que han tenido sus predecesores en la misma posición: UCD, CDS y UPyD. Pero sobre todo el PP tendría que dar las gracias al PSOE que se abstendrá en la investidura de Rajoy, segunda vuelta, para que haya nuevo Gobierno y no haya terceras elecciones.