A pesar de que la Junta ha prohibido el sacrificio del toro de La Vega en Tordesillas, los habitantes de la villa siguen dando la lata, insistiendo en que esa es su tradición, palabra que algunos sacralizan hasta el límite que les conviene. En la sociedad tenemos valores y el valor de la vida, también la de los animales, está por encima de la llamada "tradición". Alguien pensará, con una sonrisa irónica, que los humanos matamos animales para cazar y para alimentarnos. Lo primero tuvo su base en la supervivencia del hombre. Necesitaba cazar para perpetuar su especie y su vida. Cuando evolucionó, pasó al pastoreo o a estabular animales para alimentarse. Todo ligado al ciclo de la supervivencia. La caza, tal y como hoy se entiende, creo que tiene los días contados.

El hombre es un ser cultural y evolutivo, por lo que fue cambiando sus tradiciones y perfeccionando su relación con su entorno, buscando equilibrios más respetuosos con la naturaleza y desde luego con los animales. Aunque no lo manifiesten con palabras, los animales también sufren cuando se les maltrata o cuando son hostigados hasta morir. Eso lo sabe todo el mundo. Las leyes de protección se hacen para poner límites a conductas negligentes o de crueldad gratuita. Es un indicativo más de nuestra evolución como seres humanos.

Decía el premio Nobel de literatura John Maxwell Coetzee que si hubiera un matadero de cristal en medio de la ciudad, un matadero donde la gente pudiera acercarse a escuchar a los animales chillar, tal vez muchos cambiarían de idea sobre ellos.

Ya es hora de que la sociedad ponga coto a tantos maltratos a los animales ligados a la mal entendida tradición en muchas fiestas populares. Tampoco podemos olvidar la reflexión de Michel de Montaigne de que la tradición es la base de la ignorancia.

(*) Integrante del Foro Ciudadano de Zamora