En plena campaña se me acercó por la calle una mujer que no conocía. Tenía aspecto humilde y muy fatigado. Me regaló un sonrisa triste -sí, sí, eso existe- y me dijo, con brillo en la mirada:

-Quiero darle las gracias por lo que están haciendo. Ojalá ganen. Mi humilde voto lo tienen. Pero, por favor, si ganan, acuérdense de las trabajadoras del hogar, que estamos abandonadas, olvidadas, sin derechos? No se olviden de nosotras, por favor.

Se lo prometí, con un nudo en la garganta.

Otro día, en la carpa que pusimos en Santa Clara, se nos acercó un hombre que empujaba una silla de ruedas de una anciana. Quería papeletas de voto. Cuatro de cada. Era boliviano de origen, aunque tenía también la nacionalidad española, y me contó que malvivía con empleos esporádicos como el de pasear a la anciana que iba en la silla de ruedas. Para sus hijos no veía salida.

-Ustedes los de Podemos son la esperanza que nos queda. Por eso en mi casa los votaremos todos. ¡Ánimo, amigos! ¡Seguro que esta vez ganamos los pobres!

Se fue feliz, con sus sobres de votos para toda la familia.

Desde la noche electoral me cuesta quitarme de la cabeza a la mujer triste que no conocía, al boliviano convencido de que ganaríamos, a tanta y tanta gente que por toda la provincia me había manifestado su esperanza de que al fin ganaran los que nunca han ganado? A todos ellos tengo que pedirles perdón y tengo que darles las gracias. Las gracias, por apoyarnos con tanto optimismo, con tanta pasión y ganas. El perdón, porque perdimos. Porque ganaron los de siempre. Porque las cosas, de momento, seguirán como estaban si no empeoran. Y a uno, como irrelevante cabeza de lista de la relevante opción que daba esperanza a tanta gente, a más de quince mil zamoranos y zamoranas, le toca reflexionar muy profundamente y con calma. No lo voy hacer aquí, en voz alta y a bote pronto, como tantos y tantos están haciendo en esta sociedad del ruido, la banalidad y la furia. Esa reflexión la haré con los compañeros y compañeras, con la gente que participa en esta increíble aventura que se llama Podemos, a lo largo de los próximos meses. Y ha de ser honda y sincera porque de ella debe nacer una propuesta renovada, más fuerte y a poder ser infalible para no volver a fallar a tanta y tanta gente que estaba ya al límite y que ahora se ve abocada a un aguante imposible de otro mandato con las mismas y nefastas políticas.

Perdón, amigos y amigas, votantes de un partido que esta vez no pudo hacer honor al nombre optimista con el que nacimos. Aunque en dos años hemos alcanzado metas que parecen imposibles y disponemos de un potente grupo parlamentario de 71 escaños, no hemos sido capaces de asestar el golpe de gracia a un sistema de gobierno que adora a los fuertes y desprecia a los débiles. Dadnos un poco más de tiempo, dadnos otro par de años al menos, intentad aguantar lo que se nos viene encima. Y la sonrisa que esta vez no hemos conseguido arrancar al conjunto del país y de esta arruinada provincia volverá a ser posible. Dejad que os dé 15.403 abrazos, uno para cada uno y una de cuantos quisisteis votarnos. No es mal punto de partida para empezar a construir el edificio político que se merece la Zamora del siglo XXI. ¡Ánimo!

(*) Secretario General de Podemos Zamora y excandidato al Congreso