No se puede condenar a los edificios públicos que no están habitados, a caerse de viejos, a criar telas de araña, a formar parte del paisaje urbano sin más consecuencias, a ser pasto de la suciedad y de la larga mano de los "pintamonas" mal llamados grafiteros, que nos tienen Zamora embadurnada y hecha un asco. De ahí que alabe la iniciativa de la Diputación Provincial que ha destinado distintas salas del antiguo Palacio a las diferentes propuestas artísticas de once extraordinarios creadores de la tierra o estrechamente vinculados a ella.

Un palacio en toda la extensión de la palabra que, además, de sede de la Fundación Ortega-Marañón es el marco ideal para albergar este y otro tipo de exposiciones. Arte en definitiva que conjuga muy bien con el emblemático recinto al que era de obligado cumplimiento darle contenido, y sentido y hacerlo fomentando lo que fomenta la exposición "ArtePalacio" que se puede contemplar estos días. No es Mayte Martín Pozo, que también, presidenta de despacho, le gusta pisar el pavimento urbano e incluso el barro cuando es menester. Tampoco es presidenta que utilice el coche oficial, salvo cuando corresponde. Es habitual verla ir y venir por Santa Clara, de casa al Palacio Provincial y de este a casa y salir con el carro de la compra al súper o a comprarse unas medias que a las mujeres nos traen por la calle de la amargura, por aquello de las "carreras" que se organizan en complemento tan delicado.

Tengo para mí que cada vez que ha pasado por la puerta de la antigua sede, ha sufrido viéndola envejecer y sin apenas vida con la vida que albergan sus paredes. De ahí lo de la presente exposición y lo de la futura rehabilitación del viejo palacio. Esta exposición sirve, además de para admirar la obra de los nuestros, también para revalidar el compromiso de la institución y de su presidenta con la sociedad zamorana y con la cultura que junto a las políticas sociales son objetivos prioritarios de la rectora de la institución provincial.

Pero es que los artistas de la tierra no solo aportan obra a esta muestra, también aportan ideas. Y muy buenas. He tenido la oportunidad de hablar largo y tendido con Antonio Vázquez, para quien lo figurativo y lo abstracto no tiene secretos, artista que juega maravillosamente con el volumen y el vacío, y ambos llegamos a la conclusión de que sería bueno que la obra de nuestros escultores ocupara ese rosario interminable de rotondas, tal y como ocurre en otras provincias, algunas cercanas a la nuestra. Para el viajero sería una referencia, una muestra inequívoca de que en Zamora el arte está vivo. Y no sólo el pétreo relacionado con el románico, que también. Que bien vestirían las obras de artistas como Antonio, y de tantos otros, las distintas rotondas. Mejor escaparate, en la vida.

Ojalá hubiera la necesaria sensibilidad municipal para hacer realidad este sueño largamente acariciado por tantos de nuestros artistas. Uno de esos sueños lo ha hecho realidad la Diputación Provincial, dotar de espacios a su arte, en un lugar privilegiado como el antiguo Palacio de la Diputación. Y, cuando culminé esta muestra, por favor, que preparen otra de inmediato. Y que sea tan plural o más que la presente a la que hay que calificar de una gran iniciativa.