Pues eso: a reflexionar tocan, hoy, jornada de reflexión que sigue, en la peculiar ley electoral española, al fin de la campaña y víspera de la cita ante las urnas. Pero ¿quien debe reflexionar? Todos, se dirá, y así es, aunque los electores ya lo han hecho, y aunque siempre se mantienen indecisos hasta última hora, muchos igualmente tienen suficientemente claro a estas alturas lo que harán mañana, a quien no votarán, a quien votarán, o si hacen uso de su legitimo derecho a abstenerse, una opción tan democrática como otra cualquiera, por mucho que digan los partidos en busca de votos.

Llamada a la reflexión para todos, sí, pero que en esta ocasión muy concretamente, histórica por ser la primera vez en España que hay que repetir unos comicios porque el multipartidismo que ha sustituido en buena hora al bipartidismo de décadas ha hecho imposible la formación de Gobierno, debiera ser aprovechada por los candidatos, pues son ellos los que más tienen que reflexionar, una obligación y una responsabilidad con la sociedad a la que no pueden volver a dar esquinazo como ya hicieran tras las elecciones de diciembre, cuyos resultados seguramente van a repetirse ahora lo que hace temer a todos que de mantenerse las actitudes y planteamientos actuales la situación, ya confusa de por sí, pueda alargarse nuevamente camino de unas terceras elecciones.

Que nadie quiere, por supuesto, como puede detectarse de manera fácil no ya solo entre la gente, aburrida y harta, sino entre la misma clase política que en la campaña recién terminada ha dado muestras de agotamiento físico y mental, sobre todo esto último dada la reiteración del fuego cruzado, todos contra todos, dominado mayoritariamente por la brusquedad, los gestos hoscos, la falta de dialogo y de sentido del humor, el refugio cómodo de las televisiones, y en general el enraizamiento más profundo en la intransigencia absoluta, sin apenas resquicios ni puertas abiertas. Algunos candidatos ya han culpado a los demás de que si no se llega a un acuerdo haya que volver a las urnas. Y eso aunque todos aseguran que no habrá más elecciones y que del 26 de junio saldrá un Gobierno, el que sea.

Se necesita para ello, sobre todo voluntad política y sentarse a negociar seriamente, pero todos, sin vetos, ni prohibiciones, ni tabúes, ni líneas rojas que valgan, dejando los intereses de partido y personales fuera, y en ello no está incluido solo el reparto de sillones en el Ejecutivo. Ahí los queremos ver y ahí los vamos a ver una vez más. Porque eso es lo difícil para ellos, por más que hablen del bien del país y de los españoles, pues como decía el prestigioso y veterano Ansón en una entrevista, el otro día, los partidos se han convertido en un gran negocio, en una inmensa oficina de colocación, y no renuncian al poder o a la ración de poder que pueda corresponderles. España es el país europeo que más dinero gasta y mayores subvenciones otorga a sus partidos. Es mucho lo que está en juego, pues, y se nota, y nadie cede, ni quienes ya han disfrutado el poder ni quienes quieren disfrutarlo. Pero, con todo, son los electores quienes deciden, y a eso, a decidir, es a lo que está dedicadas las jornadas de hoy y de mañana.