El candidato Rajoy, que en el debate ni siquiera fue capaz de contestar a las acusaciones de corrupción en el PP hechas por Rivera y Sánchez, volvió al despliegue de los datos económicos como su único refugio de cara al 26J. Pero el presidente en funciones no tiene a estas alturas ni la menor credibilidad, y ya ni siquiera la gente le toma en serio. Poco tiene a favor el hombre. Y es que varios de los datos que se soltó resultaron falsos de solemnidad.

Por ejemplo, cuando se refirió una vez más al candente asunto de las pensiones, que no se va a solucionar con nuevos impuestos, dijo, sino con esos dos millones de empleos que si gobierna el PP van a crearse, algo que repitió hasta el aburrimiento, a falta de argumentos mejores. Muchos más millones de puestos de trabajo habría de generar porque, con el 93 por ciento de los contratos temporales o a tiempo parcial que se firman, eso es lo que se precisaría para asegurar las percepciones sociales.

Pero insistió en el tema y aun reiteró que los pensionistas españoles no han perdido poder adquisitivo durante su mandato, con la subida anual del 0,25 por ciento, a lo que se añade la caída del índice de precios al consumo, que lleva mucho tiempo siendo negativa. Solo que ese lustroso panorama presentado por el ínclito Rajoy no coincide en absoluto con la realidad. Según un estudio de ahora mismo, los mayores han perdido cuatro puntos de poder adquisitivo en los últimos cuatro años. Y no solo ellos, pues resulta que en Castilla y León el salario medio actual es menor que entonces.

Son datos, los de los pensionistas, del indicado IPC sénior, que sigue e informa sobre las diferencias existentes entre el consumo general y el consumo de las personas mayores de 65 años. Se ve que Rajoy no sabe el precio de la cesta de la compra, cuyo coste se ha incrementado hasta seis puntos en el mismo tiempo. Lo mismo le pasaba al nefasto Zapatero, de mala memoria, con lo que costaba un café en la calle. Esta gente vive aislada en sí misma, dentro de su clan de pelotilleros.

Porque el hecho cierto, confirmado e ineludible, es que, incluso aunque descienda el IPC general, el precio de los alimentos, básicos y no tanto, sigue subiendo sin parar cada año, y mucho, mientras las pensiones siguen estancadas o con una insultante y ridícula subida. El brutal incremento del IVA impuesto al comienzo de la legislatura por el Gobierno del PP se come el 64 por ciento de la revalorización media de las pensiones. Pero es que además la cesta de la compra de los mayores se ha incrementado un 8,9 por ciento, y todo ello supone que para el 96 por ciento de los que tienen más de 65 años -y hay 5,8 millones de hogares en los que viven personas de esa edad o más- la situación ha empeorado.

Hay que tener en cuenta, precisa el informe, que la alimentación es uno de los gastos principales de los sénior, en torno al 25 por ciento del presupuesto, y que este apartado se ha encarecido en más de un dos por ciento solo durante el último año, afectando a las percepciones más bajas, cuando casi el 40 por ciento de los pensionistas ingresa menos de 1.100 euros al mes.