Viene para quedarse. Por lo menos en lo meteorológico, aunque precisamente en este aspecto su llegada ha estado precedida por fluctuaciones en la temperatura que sobrepasaron con creces el 40 de mayo. En la madrugada del lunes al martes, concretamente a las 00:34 horas, sin llamar a la puerta, el verano se adentró en nuestras vidas. Y lo hizo en una noche de luna llena. Una rareza que mereció la pena contemplar, ya que desde hace 68 años no se había visto nada igual. Hay que aprovechar a tope la llegada del verano porque terminará el próximo 22 de septiembre, tras consumir 93 días y 15 horas. Bien mirado, tampoco es tanto. Además, no sé por qué razón, el verano siempre se antoja corto, a veces excesivamente corto. Digo yo que tendrá la misma duración, horas arriba o abajo, que el resto de estaciones, pero siempre da la sensación de ser la estación más corta. Como si el verano siempre tuviese prisa por pasar, por hacerlo incluso de puntillas, a pesar de estar relacionado con el ocio, con las vacaciones, con el cambio de paisaje y paisanaje a veces tan necesario.

A nadie se escapa que el día del solsticio de verano corresponde al de mayor duración del año. Alrededor de esa fecha, se encuentran el día en el que el Sol sale más pronto y aquel en que se pone más tarde. Es en esta época cuando se produce también el día del afelio, es decir, el día en que el Sol y la Tierra están más alejados entre sí a lo largo del año y que es todo lo contrario al perihelio que es el punto más cercano al Sol. Me lo ha explicado un conocido meteorólogo. Servidora en materia tal estaba pegada pero le prometo que me han dado una lección magistral de la que he sacado mucho.

Parece ser que el verano que corresponde a este año no llega solo. Bueno, además de traernos la segunda vuelta de las elecciones generales, será durante este tiempo cuando podremos observar en el cielo matutino a Urano, mientras que en el cielo vespertino serán visibles Júpiter, Marte y Saturno y desde mediados de julio, Venus. Apueste lo que quiera a que será más fácil divisar cualquiera de los planetas citados que ver un Gobierno de consenso, un Gobierno como quiere la mayoría ciudadana, un Gobierno en el que se ceda para que todos ganemos la paz y la estabilidad que anhelamos. Paz y estabilidad que no pasan por ciertos experimentos.

Hay más. Durante el verano que ya está entre nosotros se producirán dos eclipses. Para ello habrá que esperar a septiembre. Concretamente al día 1 y al 16. El primero será anular de Sol y se podrá ver en el Atlántico, África y océano Índico. El segundo será un eclipse penumbral de Luna visible en África, Australia, Europa y el Pacífico. Este último será visible en España. Ya tenemos, por lo tanto, dos alicientes más para festejar la llegada del estío: dos eclipses que para los supersticiosos resultan ser un mal augurio. Para los demás, un fenómeno que nos gustará observar porque, vaya usted a saber cuándo podremos encontrar algo igual o parecido.