El día de la ira ya está aquí. Llegó, sin llamar a la puerta, antes del comienzo del ciclo electoral. Se ha materializado cuando se dio el pistoletazo de salida en la carrera que tiene como meta el 26J. La ira la ponen los descontentos, los radicales, los que están haciendo del odio hacia España y hacia los españoles su santo y seña, los antipatriotas, aquellos a los que les cuesta pronunciar la palabra España, los que apostatan de nuestra bandera, los que se han puesto la piel de cordero de la que se despojarán mostrando sus fauces y su verdadero pelaje una vez superado el día "D".

Alicia Sánchez Camacho ha sido insultada en Vic "por sentirse catalana y española". Le han dedicado palabras en exceso gruesas que sobraban por esa razón. Aquí se perdona un acto criminal o un acto terrorista, pero se condena llamarse español. Se puede ser, cómo no, andaluz y español, gallego y español, vasco y español, valenciano y español, catalán y español. Solo que algunos, de tanto retorcer la realidad lo ven incompatible. ¿Desde cuándo? ¿Desde que a Mas le dio la ventolera independentista? ¿Desde que Pujol saqueó las arcas catalanas y dejó a su autonomía a verlas venir? Nos quieren echar también la culpa del "desfalco" reiterado de Pujol.

Pero es que Albert Rivera también ha sentido el desprecio de quienes piensan de otra forma, de los empecinados, de los que no saben lo que quieren, pero protestan por todo. En su caso han sido jóvenes de una de las organizaciones que integran la CUP, la gente de Colau e Iglesias. A esos es a los que tiene que temer el señor Rivera y no al señor Rajoy. Los que pegan, los que insultan, los que meten miedo, aquellos a los que se les llena la boca con la palabra "facha" sin caer en la cuenta de que se están refiriendo a ellos mismos. No hay más fachas que estos radicales. A sabiendas de que el adjetivo "facha" se aplica a un extenso rango de personas y grupos que en el espectro político no se sitúan únicamente en la extrema derecha, se aplica a cualquier dirigente, gobierno, simpatizante que demuestre su "carácter totalitario, autoritario y nacionalista". Los que quisieron reventar el acto de Ciudadanos al grito de "Rompamos España. Boicot a las elecciones", sí que eran auténticos fachas.

Por cierto, al igual que el señor Iglesias, Alberto Garzón, desubicado tras la desaparición de IU, también ha propugnado en Cataluña la independencia. Los de la CUP y compañía contarán con su respaldo. ¡Pobrecico!, el único que decide los respaldos y otros menesteres es su nuevo jefe, Pablo Iglesias. Romper España no será nunca bueno para la salud de los que están flirteando con esa posibilidad. Lo malo es que, de producirse, los paganos no serán ellos, los que calientan escaños, los paganos serán los ciudadanos, los sensatos, los que tienen dos dedos de frente. Los otros, irán a gusto en la burra del libertinaje y de la ausencia de absolutamente todo, empezando por los principios, el respeto, la moralidad y esas fruslerías sin importancia que, además, están demodés.

En la vida se ha gozado en España de mayor libertad. Sin embargo estos se empecinan en reivindicar lo que simple y llanamente es libertinaje. Ellos y no otros son los verdaderos patrocinadores del día de la ira.