Lo ha dicho el Marqués. Por eso, De Gea, titular. Nada puede ni debe enturbiar el papel de los jugadores de la selección española en este Europeo que hay que revalidar. Lo importante es que nuestros chicos estén en condiciones, y no solo físicas, de afrontar todo lo que se les viene encima. Cuando esto escribo, todavía no han debutado. Espero y deseo de corazón que lo hagan con éxito, jugando bien, demostrando la calidad y la calidez que ha hecho de la Roja una selección de leyenda.

Luego, cuando pasen los fastos futbolísticos, hay que hacer frente a la verdad. Y hacerlo con valentía, con dignidad si es que la indignidad no ahoga a los que aparecen implicados en esa trama sexual de la que, cuanto más se sabe, más asco da. Lo cierto es que hay que demostrar las acusaciones que desde el orbe puticlista se hacen sobre este y otros jugadores, fundamentalmente del Atlético de Bilbao. Parece ser que sobre los chicarrones del norte han cargado las tintas. Pero, claro, hay que demostrar las acusaciones. Y de no ser ciertas, retractarse, pedir perdón y pagar las consecuencias de levantar ¿falsos testimonios?

De ser ciertas las acusaciones, el fútbol español está en la obligación de plantearse la ética como una asignatura para todos los que viven del fútbol. Las estrellas, las estrellitas, los que juegan en casa, los que juegan fuera y los de terno impecable. El fútbol español no necesita macarras, proxenetas, chulos de todas las estofas y pornojugadores. Y si les pica, que se rasquen. Y si no es suficiente que se lo monten de otra manera. Sin menores, sin redes de extorsión a mujeres, sin chuloputas de por medio que encima se llevan la pasta, sin que conviertan el fútbol en lo que no es. Y lo están convirtiendo en una casa de putas sin encargada, por lo menos conocida, salvo el Torbe de esta turbia historia.

Madames y proxenetas se están poniendo las botas gracias a jugadores estrella de primera, y también de segunda, que no saben qué hacer con el dineral que ganan y se dedican a esos menesteres que no son otra cosa que la manifestación más asquerosa del ser humano. Entre la violencia que hooligans, tifossi e hinchas de todas las raleas ejercen cuando hay concentraciones de importancia, y lo sobrados que van de hombría algunas estrellas del balompié, la noticia no beneficia en absoluto la imagen del deporte rey.

La prostitución es el oficio más viejo del mundo. Allá cada quien con su cuerpo y su intimidad. Pero, cuando hablamos de trata de blancas, de abusos a menores, de negocios fraudulentos y a todas luces ilegales que reportan pingües beneficios a los explotadores, dureza policial y dureza judicial. No se puede poner como ejemplo a ejemplares de humano que distan mucho de serlo. Muniain, Isco y De Gea están tocados por la duda, por la acusación de una menor. Se aprovechan de las necesidades de algunas mujeres para venderles un trozo de paraíso en la cama de cualquiera. Al final, ni dinero, ni paraíso. Solo la piltra que no siempre cuenta con las condiciones de higiene precisas. Y, en medio, siempre alguna estrellita del fútbol patrio.

"Creo en De Gea", ha dicho el marqués Del Bosque. Y yo. Concedámosle el beneficio de la duda. Y, a la vuelta. Ya veremos.