Se anuncia un verano de grandes acontecimientos, citas de primer nivel que tienen al personal encandilado y a la expectativa. Por eso cada cual ya se está haciendo su propia composición de lugar, mirando calendario y cartilla de ahorros y elaborando sus planes, lo que ahora ha dado en llamarse, con una cursilería muy de nuestra época, hoja de ruta. Así que en las charlas de sombra y fresco se habla ahora de futuro.

-¿Usted, don Licarión, que estuvo unos años de emigrante en Burdeos, va a darse un garbeo por la Eurocopa de Francia para apoyar a los de Del Bosque, que es un tipo sensato y cae bien a la peña?

-No creo. Ando flojo de remos, la pensión da para lo que da y ya no pinto nada en Francia, donde, a decir verdad, las pasé más que canutas. Veré los partidos por la tele.

-¿Y usted, don Miligendro, que es tan aficionado a los toros, va a ir a los sanfermines o a la feria de San Sebastián, donde se anuncian cuatro corridones y en uno de ellos nada más y nada menos que José Tomás y El Juli?¡Fíjese, José Tomás en San Sebastián! Lo mismo van hasta los de Bildu a tirarle flores mientras da la vuelta al ruedo con las orejas y el rabo, porque cortarlos sí que los corta. Me apuesto lo que sea.

-Pues, no. Ni a Pamplona, ni a San Sebastián, ni a ninguna parte. No está el horno para bollos. Me quedo con ganas de José Tomás, pero ese no se deja retransmitir. Los sanfermines sí los veré por la tele.

-¿Y usted, don Pumaceno, que tiene ese acento tan meloso, piensa ir a Río de Janeiro, al Brasil, a los Juegos Olímpicos, de donde dicen que España se va a traer un remolque de medallas, no tantas como en Barcelona, pero casi? ¡Jo, la playa de Ipanema, las garotas, el buen clima, la samba, todo tentaciones! Y de paso Usain Bolt, Gasol, Mireya Belmonte, el maratón a 40 grados?

-Un no seco y rotundo. Me quedaré en casa con mis aceitunas y mi cervecita. No tengo yo ni cuerpo ni pipas para cruzar el charco y pasarme un mes como si el monedero tuviera diarrea de las agudas. Veré la Olimpiada por la tele en cuanto acabe "El secreto de Puente Viejo" y domen a la Montenegro, que tiene más peligro que el ogro de Pulgarcito en una guardería.

¡Qué penita me dan don Licarión, don Miligendro y don Pumaceno, tan amantes ellos del deporte y del arte de Cúchares, tan pendientes de los grandes eventos y resulta que tienen que conformarse con verlos por la tele, con seguirlos a distancia! Claro que algo similar me ocurre con los cuatro máximos aspirantes (¡sorpresas te la vida, ay Dios!, que canta Rubén Blades) a gobernar España tras las próximas elecciones del 26 de junio. Tendré que verlos por la tele, como la Eurocopa, los sanfermines y los Juegos de Río. Ninguno de los candidatos vendrá por Zamora, ni siquiera de paso. ¿Por qué? Cuestiones de agenda, que dirían los finos. O tal vez será que Madrid, Barcelona, Valencia, etc, tienen más necesidades que nosotros, dónde va a parar.

Sea lo que fuere, el caso es que Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera no pisarán tierras zamoranas. Eso sí, hablarán -y seguro que mucho- de acabar con las desigualdades, de ayudar a las zonas más pobres y marginadas, de dotar de buenas infraestructuras a los territorios dejados de la mano de Dios, de volcarse con el mundo rural para luchar con todo tipo de armas contra la despoblación y el envejecimiento.

Y también unos hablarán, seguro que muchísimo, de cambios y más cambios, de reformas y hasta de revoluciones y otros lo harán de potenciar lo existente, de seguir por la senda de la recuperación económica, de más medidas para acabar con el paro. Y todos prometerán regeneración, más calidad de vida, mejoras en Sanidad, Educación, Servicios Sociales?Pero aquí tendremos que oírselo por la tele o por la radio, o leerlo en los diarios y en las redes sociales. Y no podremos preguntarles nada en directo, ni mostrar nuestro pláceme o nuestra desaprobación en sus mítines, ni cantarles las cuarenta, aunque sirvan para poco, en esos sus paseos por mercadillos, residencias y aglomeraciones varias, ni desahogarnos con algún que otro silbido o llenarles aún más el ego con vítores y ovaciones.

En fin, arranque poco esperanzador. Si alguien necesita que los candidatos a La Moncloa le dediquen especial atención son tierras como esta, demasiado olvidadas durante demasiado tiempo. Pero, ya ven, los cuatro pasarán de largo. Y solo Pedro Sánchez, en Valladolid, y Albert Rivera, en Burgos y Salamanca, estarán en Castilla y León. Mal empezamos.