Sé lo que piensan al leer lo de arriba. Que debería dejar en blanco el artículo. O escribir solo dos palabras: para nada. Y para eso, en verdad y a grandes rasgos, es para los que nos han servido hasta ahora los que hemos padecido. La ley electoral dicta que deben elegirse por provincias (y no en una única lista nacional, por ejemplo, como en las europeas), para que sean más cercanos, más propios, más ligados a los votantes. Pero el fracaso es palmario. No hay noticia, que uno recuerde, de diputados o senadores en los que la palabra Zamora encajara mejor que la sigla de su partido, fuera el que fuera, a la hora de votar, hablar y decidir. En España, un diputado en realidad representa a su partido y no a la gente que lo vota. Eso es lo que hemos venido viendo y viviendo, una y otra vez, con unas u otras siglas, elección tras elección. ¿Y ahora? ¿Y esta vez? ¿El 26J cambiará algo? O por ir al grano: si salgo elegido yo, ¿seré un simple representante de Podemos y sus aliados o lo seré de Zamora y sus gentes?

Buen pregunta, cuya respuesta honesta y cabal solo sería posible cuando acabe la nueva legislatura. Momento en el que podré decir, si hubiera llegado a ostentar tan alta carga:

-Lo hice. Lo conseguí. La gente de Zamora entró a través de mí al Parlamento y estuvo allí cuatro años dejando claras sus opiniones y necesidades.

O quizá, con sinceridad y vergüenza:

-Pues no. Sí que lo intenté, pero no pude. A la hora de la verdad, el partido prevaleció sobre mis electores.

Dejen que explique con claridad las intenciones con que yo entraré en el Parlamento si en un par de semanas la lista de Unidos Podemos que tengo el honor de encabezar en esta provincia obtuviese apoyo suficiente. La prioritaria, "borrarme". En política no hay ni debe haber proyectos personales. No se trata de lo que un tal Braulio Llamero quiera hacer o piense sobre tal o cual cuestión. Se trata de lo que los zamoranos quieren hacer o piensan sobre tal o cual cuestión. Se trata de que entre en el Parlamento alguien que sea el humilde portavoz de una razón, un deseo y un proyecto colectivo. Se trata, en definitiva, de que el 26 de junio, si accedo a Congreso, entren en realidad y a través de mí los zamoranos: los que me haya votado, pero no solo; todos los zamoranos en realidad que necesitan como el aire que respiramos representantes políticos que piensen, hablen y sientan como ellos. Porque eso es lo que ha fallado históricamente. No dejamos de enviar a Madrid cada cuatro años, diputados y diputadas, senadores y senadoras, que se suponen representantes de Zamora. Pero una vez elegidos, nada volvemos a saber: ni lo que hacen o dejan de hacer, ni si hacen en realidad algo útil aparte de darle al botón rojo o verde que les indica el portavoz. Como nunca hemos visto otra cosa, damos por supuesto que si es así, así tendrá que ser. Y que lo importante es que nuestro equipo, como en el fútbol, gane las elecciones, sin que los diputados sean otra cosa que peones sin importancia. Gran error. Estoy en un partido que nació precisamente de la indignación provocada por representantes que "no nos representan"; representantes que defienden otros intereses, contrarios a los nuestros o que son simples nombres de relleno sin importancia, cuyo único mérito es ser dóciles y hacer lo que les manden. Creo que la mayoría en esta provincia me conoce: no soy dócil, jamás he sido sumiso y la obediencia bovina no va con mi carácter.

Si sus votos permiten que Unidos Podemos arrebate un escaño al indigno PP y llego a ser diputado, van a ser en realidad todos los zamoranos los elegidos. Esa va a ser mi única promesa y mi reto. Claro que seré leal a mi partido y empujaré como nadie para que se cumplan sus grandes objetivos de gobernar para la gente y no para las grandes empresas, los bancos y el poder financiero. Pero en el día a día, en los asuntos cercanos, seré solo y en exclusiva el diputado de los zamoranos, el portavoz de cualquiera de por aquí que lo necesite, el defensor de esta provincia ignorada, apaleada y despreciada por poderes que deciden sobre ella sin saber ni situar en el mapa sus pueblos, sus barrios y sus comarcas. Va siendo hora de demostrar en Madrid que existe Zamora y que los zamoranos somos bastante más que el estorbo aborigen de esos escopeteros ricos que vienen en AVE a pegar tiros en la sierra de la Culebra. ¡Podemos, pero solo unidos!

(*) Candidato al Congreso

por Unidos Podemos