Así respondería el guiñol del exfamoso torero Jesulín de Ubrique, si le preguntáramos por la política provincial de las últimas semanas, en las que el mundo taurino ha pasado a primera página de algunos ayuntamientos, desplazando a la campaña electoral en la que "repiten cartel" las principales "figuras" del bipartidismo y con la misma "cuadrilla".

¡Si es que así nos hacen perder "la afición" política, me refiero! Porque la política es como un toro.

La polémica taurina se desató en Benavente tras la decisión de la Junta de "coger el toro por los cuernos" y prohibir la muerte del animal en los festejos populares, lo que hizo temer que supusiera "dar la puntilla" al Toro Enmaromado, y con él a las fiestas que se celebran en su honor y a su declaración como Bien de Interés Cultural de la ciudad.

Cuando parecía que se calmaba la bravura de la población y el toro era "devuelto a los corrales" porque se aclaró que la maroma no mata al animal de manera cruenta -como es el caso del Toro de la Vega de la cercana Tordesillas- "entra al trapo" la oposición en el Ayuntamiento de Benavente para protestar con "pitos y bronca por la faena" -esta vez política y taurina- del nuevo equipo de Gobierno consistente en regalar dos cabezas de toros enmaromados de pasados años a una asociación benéfica para ayudar a su financiación.

Alcalde y asociación justificaban esta decisión basándose en el dicho taurino que anima a tomar la alternativa a los mejores toreros de que "más cornás da el hambre", pero la oposición del PP decidió dejar el ruedo y "salir por la puerta grande", abandonando la plaza pública que representa el salón de plenos en la política.

Mientras los concejales del PP pensaban que "a mí no me torea nadie", a gran parte del "respetable" le daba "vergüenza torera" ver cómo un nimio asunto taurino era objeto de controversia política.

Como "hasta el rabo todo es toro", el asunto se revolvió y no concluye aquí la polémica política. Porque además de las cabezas de toro, el gobierno municipal anuncia que va a regalar a otra asociación necesitada de dinero la maroma de años pasados.

Y es que política es como un toro. Porque en Villaralbo la alcaldesa le echó "valor y al toro", democrático, para consultar a los vecinos si querían toros en las fiestas. Salieron los taurinos "embistiendo" hasta con amenazas en los tribunales. Se dice que los toros no embisten al color rojo sino al movimiento del "capote". Pero la alcaldesa fue embestida por ambas razones: por roja y por moverse. "¡Torera!"

Aunque de momento en Zamora solo hemos visto "el toro desde la barrera", en el pasado pleno ya nos advirtió la portavoz del PP que o nos espabilábamos con los temas que habían dejado pendientes, o "nos iba a pillar el toro", como les sucedió a sus excompañeros de partido cuando gobernaban con los contratos que dejaron caducar un año tras otro. Pero el único toro que tuvimos que torear en una verdadera faena fueron los seiscientos mil euros que hay que pagar a la empresa que no hizo el edificio municipal, y que se suma a otros cuatro millones más ¡No me extraña que ante esta faena anden "escondidos en el burladero"!

Que la política es como un toro, también se explica en el ámbito nacional, donde andan con las elecciones "a toro pasado", tras haber fracasado "a las primeras de cambio".

Los diputados del PP vuelven desde Madrid cual "miuras de pura casta" a rematar la faena que dejaron de paro y despoblación en su tierra.

Algunos confían en que alguien se "corte la coleta". Pero "pinchan en hueso". El único toro que nos asusta es del fascismo y la reacción que representó Picasso en el "Guernika". Y contra él, el pueblo de España representado por el caballo seguirá luchando. Con el corazón a la izquierda y las banderas rojas en el corazón. Quizás herido pero nunca muerto.