Las alarmas de la economía y de la sociedad zamorana siguen sonando. Incluso a pesar de que, este jueves, se diera a conocer un excelente dato sobre el descenso del paro en el mes de mayo, con 636 desempleados menos y 1.235 puestos de trabajo creados a lo largo de un año. Números que invitarían al optimismo si no fuera porque en menos de una semana una organización nada sospechosa en intereses políticos, Cáritas, hacía público su último informe con un dato que obliga a reflexionar seriamente sobre lo que ocurre, de verdad, en el mercado laboral zamorano.

La organización vinculada a la Iglesia católica, que el pasado año auxilió a más de 34.000 personas, asegura que un 40% de los zamoranos corre directamente riesgo de exclusión social, un paso más allá del umbral de pobreza, un porcentaje que echa por tierra cualquier intento de triunfalismo a la hora de valorar los efectos de la recuperación económica. ¿Es posible casar situaciones, en apariencia tan dispares? La respuesta es afirmativa y una pista nos la ofrecen los datos de la Seguridad Social. Es verdad que hay 526 nuevas altas registradas en el mes de mayo, pero en el cómputo anual, los ocupados en la provincia siguen en una preocupante línea descendente.

A día de hoy, los afiliados al régimen general de la Seguridad Social son 126 menos que en junio de 2015. Esas bajas se traducen, por un lado, en nuevas jubilaciones que quedarán a cargo de una población ocupada cada vez más mermada de efectivos y otras se corresponden con la incesante emigración. Los datos comparativos entre pensionistas y activos, indican que el relevo generacional no está garantizado en absoluto en Zamora y que la provincia cada vez depende más de una caja común en continua merma y aquejada por las andanadas del nacionalismo extremo que nada quiere saber de solidaridades interterritoriales.

La segunda pista la encontramos en el informe sobre economía sumergida, conocido también hace una semana. Zamora se ha convertido en la provincia de la región donde en mayor proporción ha crecido el denominado "empleo en negro", casi un 76% durante el pasado año. Casi mil personas sobreviven entre las ayudas y el empleo sumergido. Muchos de los trabajos creados, legales o no, son en precario, con un índice de temporalidad demasiado alto, que convierte en un bucle interminable la creación y destrucción de puestos, según la época del año. Salarios en precario o en negro que incapacitan para la recaudación de impuestos que garanticen la prestación de servicios básicos imprescindibles.

La situación socioeconómica provincial no invita a la celebración, sino a una preocupación seria, porque las consecuencias de esta situación dibujan una perspectiva poco halagüeña para el futuro. Es verdad que, en medio del desierto surgen oasis como la ampliación de Freigel (la antigua Frinca) o las nuevas inversiones de cooperativas modelo como Gaza, que acaba de cumplir 50 años como una de las industrias más relevantes de la provincia. Pero la cuestión crucial sigue a la espera de una respuesta.

El mercado laboral zamorano necesita más oasis para convertirse en un vergel capaz de retener a tanto talento que abandona la tierra. Necesitamos unas administraciones que faciliten al máximo la burocracia y que pongan a disposición de los empresarios todas las herramientas que requiera la implantación de nuevas empresas. El alcalde de la capital, Francisco Guarido, reconocía en estas mismas páginas que la agilización de licencias urbanísticas está aún pendiente. Esa asignatura es vital para dotar de vida a una ciudad, a una provincia, que ve, día a día, como su futuro está en entredicho. Otras iniciativas surgen de los propios empresarios, como la de ofrecer terrenos gratis como proponen los autónomos, quizá la clase que con mayor crudeza ha sufrido la crisis económica.

Nos acercamos ahora a días en que los políticos de los diferentes partidos expondrán sus propuestas. No es previsible que varíen con respecto a hace seis meses. Pero Zamora exige respuestas sobre cuestiones que afectan directamente a la Administración, las más esenciales, sin siquiera soñar con esa discriminación positiva que luego los datos se encargan de tumbar, solo hay que echar un vistazo a la hemeroteca de hace escasos meses sobre el reparto de fondos regionales.

Se trata de cosas tan elementales como que la provincia disponga de una cobertura decente de Internet. Resulta lamentable escuchar a los bodegueros de Toro, incluso en las bodegas de capital de firmas de élite, las dificultades que encuentran para poder comunicarse a falta de una banda ancha de la que carece el 50% de la provincia. Eso en la tercera ciudad en importancia de la provincia, por no reiterar las quejas de aquellos que arriesgan en el ámbito rural. Para que los pueblos no se mueran, es necesario inyectarles oxígeno. El resto, son parches. Ayudas, subsidios, sueldos en precario que conducen a la miseria que refleja el informe de Cáritas. Un informe que, además, según los lectores de este periódico a través de una encuesta, reflejan la realidad de Zamora. Tomen nota los candidatos y asuman, de una vez por todas, la responsabilidad que supone cada uno de los votos que reclaman.