La sonrisa, la alegría, la carcajada son instrumentos muy útiles para desconcertar a los tristes, a los pesimistas, a los amargados de la vida. También, de la vida política. Fijaos bien en lo que cuentan los partidos estos días, en lo que contarán hasta el 26 de junio. El PP, con ese desparpajo que caracteriza a sus dirigentes, insistirá que solo se puede elegir entre ellos o el caos; entre sus siglas o la ruina; entre su presunto paraíso y el infierno de los otros. ¡Uhhh, qué miedo! Como dice un amigo mío: "Entre el paraíso del PP y cualquier infierno, me tiro de cabeza al infierno". No sabemos lo que habrá en este, pero sí lo que hay en aquel: desigualdad creciente, pobreza galopante, paro sin fin, salarios indecentes, precariedad ilimitada y gobierno para la banca. Por no hablar de lo otro; ya saben, lo que huele. El caso es que el mensaje del PP no puede ser más triste, más deprimente, más dramático: no me votéis por lo que soy y hago; votadme solo por miedo a que venga algo peor. El del miedo nunca ha sido un mensaje ganador. Lo lanzan los que, desesperados, no tienen otra cosa que ofrecer.

Lo del PSOE es diferente. Padece lo que los siquiatras llaman un trastorno de personalidad, me temo. Predica una cosa pero teme, él mismo, hacer justo lo contrario. Y por eso los mensajes le salen confusos, contradictorios, diciendo hoy lo contrario de lo que dijo ayer y diferente a lo que dirá mañana. Eso, como es natural, provoca depresión y una tristeza indisimulable. La campaña socialista, será, como la del 20 D, extremadamente melancólica, sabedores sus dirigentes del gran partido que heredaron pero que no saben ya cómo mantener. Entre quienes peinamos canas y vivimos "en directo" eso que ahora llaman Transición, suscita una gran nostalgia ver hoy un acto de los socialistas: incluso en la caída de un gigante hay grandeza; además, eso sí, de un estropicio colosal. Para levantarse de nuevo, tendría el PSOE que regresar a sus orígenes, ver de dónde vino y por qué y para qué, y a partir de ahí ponerse a trabajar. Ojalá lo consiga, se reencuentre, ahuyente su trastorno de personalidad y pueda trabajar con nosotros, tras las votaciones, para levantar a este otro gigante aún mayor y también casi derribado por políticas nefastas, que es España.

Existe aún otro partido que trata de hacerse un hueco significativo en el próximo hemiciclo. Ya saben, el de color naranja. Pero creo que se ha amargado demasiado pronto. Sus mensajes son cada vez más agresivos, más avinagrados, más nerviosos y más tensos. Mal asunto. Los votantes no suelen premiar a quienes transmiten tan mal rollo.

Todos ellos, los tres, nos hacen el honor de centrar en Podemos sus ataques. Cada cual por sus razones o motivación. Ellos sabrán: tienen expertos y seguramente muy bien pagados. Nosotros, los de Podemos, no. Carecemos de expertos, ni bien ni mal pagados. Hacemos las campañas "a mano", entre amigos, hombro con hombro, idea con idea, trenzando afectos y complicidades. Por eso, supongo, destilamos relajación, confianza, optimismo y sonreímos. El país está mal y Zamora aún peor. Es verdad y no lo ignoramos. Tenemos los datos, los hemos estudiado, investigamos formas de revertir cada problema y para eso sí que buscamos los mejores expertos que pueda haber. Pero creemos también que ninguna solución vendrá de la mano de gentes tristes, melancólicas o avinagradas; y que jamás llegaremos a algo positivo desde el pesimismo colectivo y el mal rollo. Estamos convencidos de que esto, la pesadísima herencia que se ventila el 26 de junio, se puede enderezar si nos unimos todos, con optimismo, con confianza y con una sonrisa ancha y generalizada que desarme a nuestros detractores.

De ahí, nuestro lema electoral, "La sonrisa de un país". De ahí que yo me atreva a titular, pese a la que está cayendo, con la sonrisa de Zamora. Hay razones para la alegría, para el optimismo, para sonreír desde aquí abajo. Si no las hubiera no estarían tan hoscos, tan preocupados, tan tensos y faltones ahí arriba; ya saben, donde se decide todo y siempre a favor de los mismos. Pronto estaremos en condiciones de dar la vuelta a todo esto, si la gente quiere, si vosotros, con confianza y sonriendo, hacéis uso de la libertad democrática que por segunda vez en pocos meses el destino nos permite ejercer ante una urna. Ánimo, amigas y amigos; no hagáis casos de los tristes ni de los faltones, no os dejéis llevar por la depresión de los melancólicos. La vida es bella, ha de serlo para todos y pronto derogaremos la actual legislación de fomento del pedrisco selectivo y de los negros nubarrones. Yo me entiendo y ya me entiendes.

(*) Secretario general de Podemos Zamora. Candidato al Congreso por Unidos Podemos