Lo dice un conocido refrán: "Prometer y no dar no descompone casa". Y eso es así, aquí y en Pekín. Se nota a la legua que hay elecciones a la vista. A los candidatos, a todos, se les llena la boca con promesas que muchos crédulos se creerán a pies juntillas pero que a la mayoría nos suenan a bluf, a tomadura de pelo. Nos tratan como si fuéramos niños y ya tenemos todos encima treinta y tantos años, los que van desde el inicio de la democracia en España hasta el momento actual. ¡Como para que nos chupemos el dedo! Aunque, lamentablemente, algunos insisten en chupárselo. Un hábito poco saludable y poco recomendable.

Unos que ya se han visto obligados a rectificar han sido los de Albert Rivera. La promesa de Ciudadanos de bajar el IVA general y el reducido del 21% al 18% y del 10% al 7% respectivamente, "no será factible" en su programa electoral ante el nuevo escenario de déficit público y la petición de la Comisión Europea de ajustar 8.000 millones de euros entre 2016 y 2017. Por lo menos, Ciudadanos rectifica y su responsable económico reconoce que hay que cumplir con Bruselas. He ahí el quid de la cuestión.

Bruselas debe estar en el horizonte de todos los partidos políticos. Incluso de aquellos que quieren sacar a España de la UE, abanderando su particular "brexit", de la Otan y de todo lo demás. No pueden seguir tratándonos como si niños fuéramos. No pueden prometer lo que es imposible que nos den. A Rajoy le pasó algo parecido. Venga a anunciar una bajada de impuestos y no sé cuántas cosas más, y cuando se abrió el testamento dejado por ZP, es decir, cuando la realidad se impuso y Bruselas habló, se la tuvo que envainar y escribir su guion al dictado de la UE. Un guion que no ha gustado a nadie, ni siquiera a los suyos. Pero es que cualquiera que llegue al Gobierno de España se verá obligado a hacer lo propio.

No hay más que fijarse en lo que Tsipras pretendía en Grecia y lo que se ha visto obligado a hacer, en medio de la escandalera ciudadana en forma de protestas y manifestaciones diarias frente a la sede del gobierno. Algunos todavía parecen no haber entendido lo que significa pertenecer a este club que, en otro tiempo, era reconocido como selecto, pero ya no. Es como Sánchez, también ha prometido que en cuanto roce con sus posaderas el sillón presidencial, en España no va a haber un solo parado. Trabajo para todo el mundo y aumento de las asignaciones salariales. Ya ha dicho cuándo, pero no cómo y de dónde. Porque, repito, de donde no hay no se puede sacar.

Menos promesas imposibles de cumplir y más programa ajustado a la realidad. No se quieren dar cuenta de las cosas. Reformas, sí; salvaguardar el futuro de las pensiones, también; favorecer la contratación de los trabajadores, por supuesto; impulsar a los autónomos, sin duda pero, por favor, no más parches, no más mentiras, no más curas de urgencia con mágicos linimentos. Que dejen de "prometer y prometo" lo que no pueden cumplir y sean consecuentes con la realidad. Y la realidad dice lo que ellos callan.