La mente se construye una prisión y el cuerpo sufre; decir que la mente se encoge y decir que el cuerpo trabaja contra sí mismo es decir la misma cosa. El ambicioso rehace mil veces sus discursos y el enamorado mil veces sus plegarias. Si queremos que el cuerpo esté bien, es necesario que la mente viaje y contemple". Esta cita pertenece a Alain, seudónimo de un gran filósofo francés, llamado Émile Chartier, que vivió entre los siglos XIX y XX.

Fue fundamentalmente un pacifista, a pesar de que le tocara participar como brigadista en la primera Guerra Mundial, en la cual le destrozaron un pie, y también un luchador empedernido contra todo tipo de fascismos, bien fueran de derechas o de izquierdas.

En su panfleto "Marte o la verdad de la guerra", narra cómo sufrió en su persona la denigración a la que eran sometidos los soldados por sus superiores y experimentó en el frente de batalla la realidad de la esclavitud, al sentirse tratado como una bestia.

No podía soportar ni cómo se dirigían a ellos los mandos, ni la vivencia de esa matanza organizada "que el Hombre inflige al Hombre". El nunca entendió ese tipo de obediencia.

También escribió más de 3.000 artículos periodísticos y numerosos textos con el nombre de "Propos", breves comentarios sobre temas muy diversos: el poder, la política, la estética, la sonrisa, la esperanza, los hombres de acción, la amistad, la melancolía, la enfermedad, la medicina, el honor y muchos más.

En 2003 fue publicada parte de uno de sus libros más leídos, "Propos sur le bonheur" o "Comentarios sobre la felicidad", donde se recogían 93 reflexiones acerca de ese tema, bajo el nombre de "Mira a lo lejos, 66 textos breves sobre la felicidad", al que pertenece la cita del encabezamiento.

Su filosofía se resume en una mezcla de naturalismo moral, estoicismo y racionalismo, de donde se pueden sacar los métodos para controlar las pasiones y emociones que continuamente crea nuestra mente y que con el paso del tiempo, cuando se desactivan, comprendemos lo absurdo de la preocupación que nos invadió y el sufrimiento que ello nos produjo. Propone cambiar la dinámica de los actos cotidianos, dándoles nuevo sentido y así aprender a salir de nosotros mismos (del ego) para ampliar nuestra conciencia, pues ese es el mejor antídoto contra la infelicidad.

Frente a la ética del descontento propone practicar valores morales y hábitos sencillos y olvidados. Pone el ejemplo de los niños, que cuando juegan son felices porque se centran en lo que hacen; por eso, un paseo reparador o practicar el buen humor son algunas de las muchas opciones y posibilidades que se nos escapan.

Sus soluciones son imaginativas y sencillas, con ellas pretende que se superen los males que nos asolan, fundamentalmente la ansiedad y la angustia existencial.

El pesimismo según él procede del temperamento, pero el optimismo de la voluntad.

Recurre a Epícteto para demostrarlo: "No hay destino funesto. No es todo ese fragor ni ese movimiento lo que te matará. No hay fatalidad. De un naufragio es posible salvarse y es posible ahogarse en unas aguas tranquilas. El verdadero problema es este: ¿conseguirás mantener la cabeza fuera del agua?".

¿Qué ocurre en estos momentos en nuestro país? Se nos ofrecen programas políticos centrados en sacar más pasta de la cosa pública, alejados todos ellos de las ideas que maquillan a cada instante, con tal de ocupar los sillones gestatorios. No hay posibilidad de cambios porque todos sin excepción carecen de perspectiva, se centran en sus propios juguetes y partidos, donde no hay libertad de expresión que valga, y su ignorancia de las necesidades reales del país cada día se hace más patente.

Crecen las deudas a pasos agigantados porque no se ha llevado a cabo una verdadera reestructuración de la organización del Estado, las soluciones son obsoletas, y entre las autonomías y los sueldos y prebendas de los políticos y sindicatos se acaba con la mayor parte del presupuesto general. Pisamos un campo minado.

Por poner un ejemplo, el otro día Ansón dio la cantidad que gastó por ejemplo Partido Popular en 2011, 133.398.210 de euros, han leído bien, e ingresó de cuotas de afiliados 12.303.879 de euros, también han leído bien, de dónde sacan la diferencia. Es como si en nuestras casas dispusiéramos de 1.000 euros mensuales para vivir y acabáramos debiendo 10.000.000 (diez milloncejos al mes). Por no hablar de las deudas del Partido Comunista, que tampoco sabe cómo pagarlas y por eso se juntan con otros para poder sacar mayor tajada. ¿Piensan ustedes que algún banco nos haría el favor de prestarnos lo que nos falta por nuestro continuo despilfarro, para que pudiésemos sacar la cabeza fuera del agua? Aquí ocurre algo que tiene difícil solución. Y no es que la sociedad haya vivido por encima de sus posibilidades, sino que muchos de los que nos dirigen, con escasas excepciones, solo se preocupan de atesorar, porque no les duele gastar de los indignados ciudadanos que somos los que al final acabamos pagando con nuestros impuestos todos sus desajustes (antes se llamaban robos).

Mientras el trabajo escasea y muchos sueldos no dan ni para pagar la factura de la luz, y no hay visos de que esto tenga arreglo, nuestra juventud sigue desesperada, pues después de haber estudiado y de haberse preparado durante años no ve futuro, y además son los jóvenes de hoy los que tendrán que seguir pagando. Los que han padecido las garras del terrorismo asisten atónitos a las manifestaciones de los que asesinaron a sangre fría a sus seres más queridos o los dejaron lisiados para siempre, muchos asesinos ocupan centros de poder, lo que parece incomprensible; decae la sanidad, la educación, las ayudas sociales, bienes incomparables en una sociedad democrática que se precie, y a todos los que deberían arreglar esta debacle se les llena la boca de palabras vacías, se pelean por salir en las fotos y nada más, porque no son verdaderos hombres de acción y solo piensan en sí mismos. Muchos de nuestros gobernantes no saben ni dónde están, hoy dicen una cosa y mañana otra, critican a un partido por corrupto, pero apoyan a otro, por obediencia ciega a las ideas que según ellos los conforman, como si de una secta se tratase, que también tiene corruptos y lo justifican todo como si fueran dioses. Yo tampoco entiendo esa clase de obediencia sectaria. Y en tamaña confusión, los lobos que se disfrazan con pieles de cordero afloran, porque sueñan con vendernos espejismos, creyendo que así conseguiremos ser mucho más felices.