Cuando una sociedad como la española en la actualidad se encuentra en una situación de perplejidad lo más esencial es hacer un análisis de las causas por las cuales ha entrado en este desfiladero. Independientemente del proyecto personal de cada uno y de sus propias necesidades es preciso reflexionar cuáles son las de los demás. Si partimos del convencimiento de que cada persona es capaz de asumir grandes esfuerzos cuando tiene un horizonte de sentido delante, la solución no resultará tan difícil si encontramos a un líder que nos invite a formar parte de un proyecto dignificador. Hay un aspecto más que hay que tener en cuenta, percatarse de los límites de la insolencia humana y de la venganza objetiva que viola las leyes éticas y de moral social.

En momentos de incertidumbre por un lado y de saturación de reproches por otro la mayor parte de la ciudadanía percibe que hay una pérdida de sentido de la realidad, no solo política, sino también de pérdida de valores que dignifican y enriquecen la vida de las clases dirigentes. Hay una ausencia muy notable de visión histórica y falta de objetividad, dos características íntimamente ligadas, inherentes a todo pensamiento que carece de independencia mental. Así, cualquiera que sea la corriente de pensamiento a la que el autor intente aproximarnos, nacionalista, liberal o izquierdista sobre la cual pretenda argumentar su ideología será incapaz de proponer un programa que pueda ser aceptado por los ciudadanos como el mejor.

Lo que los españoles necesitamos en estos momentos son unas pocas palabras verdaderas y esenciales y una figura ejemplar en la cual reconozcamos que son propias de su creatividad intelectual, que lo hagan humano y que sintamos que su proyecto está basado sobre ciertas evidencias asentadas en la sociedad real.

Durante los dos últimos años la vida política en nuestro país se ha deteriorado tanto que los españoles estábamos deseando que apareciera una figura carismática, que dijera algo que pareciera prístino para seguirle. Y apareció una figura que se plantaba delante de las masas para decirle, "el poder de la costumbre o de la política es pura invención, nosotros vamos a transformarla". Pero su pasión por la justicia, la necesidad de sentido, su vehemencia por la verdad, se arruinó al pasar por el crisol de la primera prueba. Tan egoístas eran sus objetivos a corto plazo en lugar de fines solidarios que ha generado una profunda insatisfacción en las conciencias de muchos de sus partidarios.

La suma de facciones populistas no son valores suficientes para configurar un partido político con una doctrina coherente y con unos fines nobles de servicio humanitario. Es una extravagancia de voluntarismo imaginar que la repartición de canonjías, quedándose con el santo y la limosna, no le va a pasar corretaje. Exactamente lo mismo que le va a ocurrir al presidente en funciones por sentarse a ver pasar el cadáver del contrario. En su partido, señor presidente, muchas cosas deben cambiar para que lo mejor perdure, son tantas que ha de pasar mucho tiempo para que esto ocurra y el 26J es un plazo demasiado corto.

(*) Concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Peñausende