En el mundo rural aun se dice que "tiene trampas" de alguien que debe dinero. La trampa se convierte así en sinónimo de deuda, en una palabra con un fuerte toque peyorativo. Sin embargo, misterios del lenguaje, a quien adorna este tipo de trampas no se lo llama tramposo, sino entrampado, deudor, embargado y otras lindezas. Lo de tramposo se aplica al que hace trampas, no al que las tiene, sean heredadas, adquiridas o endosadas. Y ya se sabe, en eso no hay misterios que valgan, que las trampas vienen cuando se gasta más de lo que se ingresa, cuando se produce menos de lo que se consume o cuando se pide y no se devuelve todo lo pactado.

-De modo que somos un país con trampas, con muchas trampas, se lamenta don Bíblides, que acaba de leer que España debe ya más del 100% del Producto Interior Bruto (PIB), lo que se traduce en algo así como 1,095 billones de euros. (Si un billón es un millón de millones y el euro vale 166 y pico pesetas, pues? uff, no me da la cabeza para tanto).

-O sea, que todo lo que produzcamos en un año, pensiones incluidas, ya se va directamente al capítulo de trampas, a pagar deudas, matiza don Acidalio, que también ha leído el citado estudio y está que no le llega la camisa al cuerpo. Y con razón, porque, según cálculos de expertos (hay gente "pa tó"), cada español debe, por este concepto de la deuda pública, más de 23.000 euros. Y aquí no se salva nadie. En las cuentas se incluyen desde niños de pecho hasta ancianos centenarios y militares sin graduación pasando por Belén Esteban, Julián Muñoz, Eduardo Inda, Maruhenda y Carles Puigdemont (con perdón).

-Es decir, que nosotros dos, que estamos aquí tomando tan ricamente el sol y sufriendo con las noticias, adeudamos casi 50.000 euros a no se sabe quién, pero que alguien acabara cobrándoselos a tampoco se sabe quién, porque aquí parece que nadie tiene la culpa de nada, añade don Bíblides.

-¿Y esto de la deuda billonaria es cosa de la herencia recibida, de gestiones dudosas o solo una disculpa para que Aznar se meta con Rajoy e insinúe que con él, y Rato de ministro de Economía, claro, esto no habría ocurrido?, pregunta, con una miaja de mala leche, don Acidalio, un punto menos conservador que su tertuliano.

-Vaya usted a saber, pero el caso es que estamos como estamos y que se barruntan tormentas, porque también he leído que van a multar a España con un remolque de millones y que habrá que recortar otros 8.000 nada más que entre el nuevo Gobierno, si es que lo hay o si es que es nuevo.

Sí, el panorama es preocupante, aunque estos días atrás hayamos andado más ocupados con las esteladas de la final de la Copa del Rey y con la prohibición de matar al Toro de la Vega, problemas mucho más importantes y vitales, dónde va a parar, que las deudas, déficit e incumplimientos de España, que pueden traernos más hachazos al estado del bienestar y una pérdida notable de la calidad de vida y de las esperanzas de futuro. Pero aquí, como siempre, pesan más las banderas que la Educación y los toros que la salud de los humanos. Y es preocupante porque los números son estremecedores y nos van a conducir a más recortes y a menos inversiones. Bueno, con echarle la culpa a Zapatero, asunto arreglado y eso que el leonés dejó la deuda en un 70% del PIB y ahora está en más del 100%. Solo en marzo pasado 14.031 millones más. ¿Por qué? Más misterios sin resolver.

Un país con trampas, con demasiadas trampas. En el doble sentido. Trampas como deudas y trampas de ser tierra de tramposos, de pícaros dados a la socaliña, al embuste, al timo. Aquí llamamos listos y admiramos a lo que se han enriquecido estafando, cobrando más de lo debido o no pagando lo justo. Aquí se nos ha caído la baba y hemos elevado a categoría de semidios a gentes como Mario Conde, Luis Pineda, Díaz Ferrán o el difunto Jesús Gil. Aquí hemos alabado (y alabamos) a quien engaña con más o menos "arte", sea al Estado, al vecino anónimo, al amigo o al socio en la empresa que quiebra y que siempre suele dejar a unos en la ruina y a otros con chalet en Marbella.

Acabo de releer "El coloquio de los perros" y compruebo que, desde el XVII, hemos cambiado muy poco. El relato de Berganza es una sucesión de fraudes, sisas y trucos hechos por carniceros, pastores, nobles, estudiantes, profesores, criados, alguaciles liados con rameras? Nadie se salva. Y así hemos llegado al siglo XXI. Con trampas y más trampas. Con deudas (ya hubo bancarrotas con Felipe II y otros monarcas) y con argucias, triquiñuelas, ardides, chapuzas. Una joya. Eso sí, a la hora de exigir y de echar balones fuera (yo no he sido) ganamos por goleada.