Dicen que vamos a una campaña electoral polarizada. O sea, de extremos. En un extremo, el PP, dispuesto a todo para no tener que hacer las maletas, con sus cien mil altos colocados armados hasta los dientes. En el otro, Podemos, con sus gentes cegadas por la ira y dispuestas a romperlo todo porque son unos inexpertos cuando no unos malvados de película de miedo. Y en medio, a punto de ser aplastados por ese sándwich diabólico, los declinantes Ciudadanos y PSOE. Por ahí dicen que va a ir esta campaña electoral de estudiantes malos, que no aprobaron a la primera y se tienen que volver a presentar a los exámenes. Tonterías. Es el PP el que querrá convencerlos de semejante escenario, que solo existe en la cabeza de sus desconcertados asesores. Ya no tienen nada que vender, ya no saben qué ofrecernos. Cuando Rajoy ha vuelto a prometer rebajas de impuestos, las carcajadas se han escuchado hasta en Australia. Cuando dice que va a crear dos millones de empleos, lo oímos como si oyéramos llover, sabiendo que habla por hablar. No tienen mensaje ni programa ni objetivos. Por eso se encomiendan a lo único que se les ocurre, a estas alturas:

-Si no nos votas, vendrán los malos y se comerán a los niños, las abuelas, los curas y de postre lo que cuadre.

El voto del miedo y del engaño. Es el único por el que puede batallar un partido fracasado en la gestión, incapaz de renovarse y asolado por la corrupción. Y por eso todo su esfuerzo se centrará en presentar a la única alternativa real y verosímil, Podemos y sus socios, como la quintaesencia del mal, de la ruina y la desolación. Ya saben todos ustedes que Venezuela está hundida por culpa nuestra. Y que Grecia no levanta cabeza desde que nos hicimos amigos de Tsipras. Y no hay terrorismo que de una forma u otra no cuente con nuestro aplauso o simpatía. Cualquier día de estos, si las encuestas los desesperan, dirán que los bestias del ISIS también son de Podemos y tienen sangre morada bajo las túnicas. Con esta sutileza, con este juego limpio, con esta elegancia aspira el PP a ganar de nuevo, tras haber puesto a los más crédulos o a los más indefensos informativamente, en contra del rival recién nacido, surgido de aquí abajo y que de pronto, sólido y aún más potente, amenaza con ganarles la partida. Da igual que todo sea y se demuestre mentira. En esta sociedad del ruido, lo importante para el PP y sus corifeos es gritar, crear confusión y no dejar que los votantes piensen y se informen. Si lo consiguen, si mienten con suficiente fiereza, si gritan más que nadie, acobardarán y liarán a gente suficiente como para revalidar Gobierno, aunque sea por la mínima, de mala forma y teniendo que repartir, ay, algunas poltronas con algún otro partido.

Esa es la estrategia del partido de Rajoy y por eso dirán, cada vez más fuerte, que esta es una campaña polarizada, con dos extremos combatiendo a muerte y del que no saldrán ustedes vivos como no ganen los buenos que, casualmente, son ellos, lo de los recortes, el paro, los expolios y el déficit llegando a extremos nunca vistos. Mantengan, en lo posible, la cabeza fría pero también el corazón caliente. Esto último es necesario para no olvidar la ruina en la que se van sumiendo cada vez más zamoranos, con el campo desmantelado, los pueblos agonizando, sin paro ni prestación, o con empleos precarios y casi esclavos. Recuerden que los recortes, esos que no han servido en absoluto para disminuir la deuda, solo se aplican a los de abajo: peor sanidad, peor educación, peor asistencia social? Recuerden que nunca hay problemas de dinero para rescatar bancos, autopistas en quiebra, inversiones fallidas de los grandes empresarios, coches oficiales e instituciones obsoletas. Recuerden también las fallidas negociaciones para formar Gobierno de estos meses. Recuerden qué partido, siendo mayoritario, no movió un solo dedo. Y cuáles se movieron, y con rapidez, con un único objetivo: que Podemos, el partido de los de abajo, no tocara poder por nada del mundo. Hay que comprenderlos, claro. ¿Se imaginan cómo se hubieran puesto los amos del país si hubiera llegado al poder un partido sin deudas con los bancos, sin complejos ante los poderosos, recién creado, con la fogosidad de los jóvenes y la ingenuidad de los niños? Ellos, los de las élites, sí lo imaginaron y temblaban. Por eso impidieron que Podemos pudiese ayudar a formar algún Gobierno. Por eso repetimos elecciones. Y por eso están temblando ante la posibilidad de que esta vez ganen los buenos de verdad, los que gobernarán para todos, con las manos limpias y los bolsillos transparentes.

Llega la hora y estamos preparados. Ánimo, que en poco más de un mes empezamos las reparaciones.

(*) Secretario general de Podemos Zamora