Resulta muy interesante la reflexión que Víctor Gómez Pin y Francis Wolf, catedráticos ambos, hacen alertando de lo peligroso que puede resultar el culto a la conciencia animalista, precisamente negando los valores humanistas, incluso llegan a sentenciar: "cada vez que se ha erigido la defensa de la naturaleza en imperativo absoluto, se ha desvalorizado al ser humano".

El propio Francisco I sacudía nuestras conciencias reprochándonos, en su última audiencia general desde la plaza de San Pedro, la actitud hipócrita de la sociedad occidental, que se compadece de las mascotas, pero después muestre su indiferencia ante las dificultades de su vecino.

No es casualidad que las campañas del fundamentalismo animalista, a favor del bienestar animal (promueven incluso una Declaración Universal de Derechos de los Animales), introduciendo en las conciencias la falaz y peligrosa creencia de que somos más civilizados por conseguir precisamente mayor bienestar animal, sin priorizar el humano.

Lo que alguien describió como: "Han logrado introducir en la ética que el bienestarismo animal es un logro de la ética, mayor (o al mismo nivel) que el noble logro de la dignidad humana". Es el tan manido argumento de: ¿Cómo se puede permitir esto en pleno siglo XXI?

¿Se refieren al siglo XXI de la esclavitud (la mayor ahora, en términos absolutos, de toda la historia de la humanidad), de la explotación infantil, del vergonzoso espectáculo de los refugiados, el de las guerras asépticas con drones, guerras que no nos salpican, a las que asistimos desde nuestro sofá a la vuelta de la fábrica, en la que acabamos de empaquetar el último pedido de munición para enviarlo a uno de los contendientes de tantos y tantos infiernos, frutos, no más de la codicia y vanidad del propio ser humano?

No es casualidad decía, que la mejora de las leyes de bienestar animal en la cultura occidental coincida con el crecimiento de la facturación en el negocio de la mascota. La influencia y el poder de multinacionales como Nestlé (con un volumen de ventas de 15.000 millones de dólares) o Petsmart (8.000 millones de ventas), en la aprobación de leyes de bienestar animal es evidente.

Solo en España se calcula que hay 18 millones de mascotas, no se puede obviar que ya suponen un suculento mercado al que conviene "cuidar".

Por tanto, y en lo que a la iniciativa de la alcaldesa de Villaralbo se refiere, mi apoyo y ánimo para tan nobles y gloriosas pretensiones, como son avanzar en la abolición de las torturas y en el ejercicio de una democracia participativa.

Avancemos en la abolición de las torturas, pero en las humanas primero, en la eliminación de los abusos/maltratos laborales, en la disminución de la pobreza energética, de los desahucios, de la desigualdad social, en la consecución de una sociedad más justa y solidaria, lo tiene en el programa marco de su coalición para su municipio, sin ir más lejos.

No solo se erija usted, señora alcaldesa, en defensora de los pobres toros, hágalo también en nombre de los ciudadanos más necesitados de Villaralbo, gestionando eficazmente los recursos de su Ayuntamiento, por ejemplo.

La animo también a que contribuya a avanzar en el ejercicio de una verdadera democracia participativa, ponga en práctica el propio mandato constitucional de propiciar como representante de los ciudadanos la eficaz participación de su pueblo en los asuntos que le atañen, pero no solo dirija la lupa sobre los "derechos" de los toros (que también, si para usted es prioritario tal asunto), sino también para todas las partidas del presupuesto de Fiestas, y puestos a promover la participación ciudadana, consulte sobre si todos están de acuerdo en que se gaste más en la fiesta que en cultura, o sobre otras partidas, o por qué no, sea más demócrata aun implantando una consulta periódica para revocarla por un eventual incumplimiento de sus promesas electorales.

Compañero Nafría, disposición para debatir en este asunto, con respeto al otro, queda revalidada por mi parte, y me reitero, mano tendida para discutir sobre el tema, pero sin insultos, sin fanatismos, sin violencia verbal, sin llamarnos asesinos, podremos ser crueles, insensibles con la sangre de la lidia, pero no se nos equipare con ellos, eso es una línea infranqueable en cualquier debate.

Tus soflamas contra las "bandas protortura" (supongo que no solo taurinos, sino también pescadores, cazadores, degustadores de mariscos, consumidores de huevo, seres carnívoros en general, humanos o no), culpables de todos los vicios, discriminaciones y males que se ciernen sobre la raza humana, mantenedores de este tenebroso mundo, a los que auguras una próxima derrota, resultan surrealistas, si no patéticas.

Pero es muy grave que nos asocies a los taurinos con agresores de género, seres insolidarios, poco menos que asesinos que, para colmo, cercenamos la participación ciudadana.

Permítaseme, por último, aun respetando que para algunas personas la práctica del toreo puede resultarle cruenta y sanguinaria (nunca inhumana), proclamar sin complejos mi afición, compartiendo la reflexión de nuestro poeta universal Claudio Rodríguez: "podemos atribuir al toreo un misterio inexplicable, semejante a aquello que Lorca llamaba duende. Como la poesía, la lidia es inefable, y supera toda lógica. Por ello cabe hablar de una mitología taurina y también de una práctica ritual y mágica".

La magia del universo taurino va más allá de las corridas de toros, y está muy por encima de las consideraciones filosóficas de los que se han erigido en portavoces (defensores) de un animal para cambiarle su forma de vida.

El horizonte de la abolición de la Tauromaquia no se atisba, por mucho que algunos se empeñen en otearlo.

Luis Miguel Alcón Bueno

(Zamora)