Hablamos con indiferencia y ausencia de respeto, el que algunos se han ganado a pulso, de la fauna política. Pero el día en que ejercitemos la introspección y analicemos a la fauna urbana en general y alguna en particular, nos vamos a llevar un buen sopapazo. Ciertas especies ciudadanas están a la misma altura que ciertos habitantes de las casas donde el poder tiene su jurisdicción. Lo digo por los actos vandálicos que uno o varios, precisamente de la etnia de los vándalos, han perpetrado en la jiennense Alameda de Adolfo Suárez, donde el busto de recordado expresidente de Gobierno ha parecido con pintadas y destrozos varios.

En buena hora parafraseó Pedro Sánchez al que fuera primer presidente de la democracia española. El único y verdadero dueño, con permiso de Fernando Onega, de aquella famosa fórmula pronunciada por el entonces candidato a la presidencia del Gobierno de España, Adolfo Suárez, "puedo prometer y prometo", que Sánchez ha hecho extensivo a la decencia, el diálogo y la dedicación. Ni a los muertos dejan en paz en esta España en la que proliferan las tribus que tanto gustan a Anna Gabriel, y que no aportan nada nuevo y bueno a la cultura española.

Lo que ha sucedido en Jaén es buena prueba de lo que digo. Nada que no pueda verse en cualquier pared o muro de la Zamora urbana, por mucho que el susodicho pertenezca a un templo del XII. Aceptable, por supuesto, la labor de los grafiteros, pero no la de los pintamonas que nos tienen embadurnada la ciudad y a los que hay que dar un escarmiento social al grito de ¡ya!

Ni a los muertos ni al patrimonio dejan en paz. Ardua tarea tiene la Guardia Civil de Zamora con la oleada de robos que se están perpetrando impunemente en tantos templos de la provincia. Lo escandaloso es que se lleven tan ricamente el botín o lo que es igual, que se deje botín alguno a su alcance. Si hay joyas hay que guardarlas, si hay dinero en los cepillos hay que recogerlo a diario, si hay pequeños o grandes tesoros susceptibles de despertar la avaricia de los ladrones, hay que ponerlos a buen recaudo. No podemos esperar a que la avaricia rompa el saco, porque a lo mejor es gente que lo tiene todo bien planeado y en un momento dado pueden parar. De momento se muestran imparables y arrasan con todo lo que pillan. Objetivo: los templos y ermitas de la provincia.

No sé si poner cámaras sería la solución. Si una mayor vigilancia, siempre y cuando se disponga de efectivos, pero algo hay que hacer para acabar con la racha de estos impresentables que son noticia un día sí y otro también en las páginas de nuestro periódico. Ya les vale. Es como si supieran directamente a por lo que van y ya está bien de salirse con la suya, de realizar esa "desamortización" interesada que les procura pingües beneficios en mercados nacionales y extranjeros donde gente sin escrúpulos es capaz de comprarlo todo, hasta lo que es sospechoso de formar parte de un botín.

Que los van a pillar, no me cabe la menor duda. Será más tarde o más temprano, pero caerán. Y con estos y otros impresentables parecidos, por favor, pocos miramientos judiciales. Con los miramientos sociales que no cuenten.