Por fin, un independentista catalán reconoce abiertamente la posibilidad de que Cataluña quede fuera de la Unión Europea en caso de independizarse. No será que no se les haya dicho por activa y por pasiva, incluso por perifrástica. Se lo han dicho en la UE y se les ha repetido hasta la saciedad en esta España de la que reniegan y a la que echan directamente la culpa de sus males mayores y menores. No es que los distintos gobiernos catalanes hayan metido la mano en el cajón, que también; no es que hayan gestionado mal los recursos, que también, es que en el resto de España se odia a Cataluña y por ende a los catalanes. Mire por donde, para la mayoría ciudadana, ellos, los catalanes, siempre han sido un referente. Solo que las fuerzas políticas independentistas se empeñan en demostrar lo contrario que, por cierto, es indemostrable. Solo a golpe de falacias pueden construir semejante engaño.

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, es el independentista que ha reconocido lo que el resto de catalanes tiene que asumir. Que sin España no es posible su permanencia en la UE. Que hay que sumar, nunca restar o dividir. Que hay que hacer verdaderos ejercicios de tolerancia y no solo poses cara a la galería. Por cierto, eso de la tolerancia va con todos. Claro que entre esos todos están los que no quieren que España se desgaje, cosa lógica y natural. Y, evidentemente, por ahí no pasan. Como tampoco se puede pasar porque Cataluña se crea el ombligo, no ya de España y de Europa, sino del mundo. Los independentistas se lo creen. Y lo más gordo es que se lo hacen creer a la población.

Los pobres míos están echadicos a perder entre las Colau y las Gabriel, sí hombre, la diputada de la Cup que se muestra a favor de tener hijos en colectivo y que los eduque "la tribu". Cuando lo tenga claro en mi cabeza, cada vez más enmarañada de absurdos entre las chorradas que esta y otros como esta nos están largando todo el santo día, podré intentar opinar. Ahora es que no me sale, de verdad. Me veo a toda España viviendo en la comuna, todos con todos, eso sí, subiendo el índice por los suelos de la natalidad y, luego, aquellas más avispadas a hacer política y vivir del cuento, y las sansirolés benditas, a criar a los hijos suyos y de las demás, o algo así. No sé.

Puigdemont en todas y cada una de sus comparecencias ante la prensa no hace otra cosa que tirar de la levita a Europa, a ver si cuela, pero no. Entre otras cosas porque según dice, Cataluña solo estaría de forma transitoria fuera del ya no tan selecto club europeo, pero avanza en eso de la República de Catalonia e incluso parece ser que ya cuenta con unos estatutos. Esta gente se ha vuelto loca y pueden volver de la misma guisa a valencianos y baleares que no me diga por qué, podrían "nacionalizarse". Más que de reválida, que también, habría que empezar a examinar al personal de sentido común, incorporarlo como asignatura y quien no la apruebe que se quede fuera de absolutamente todo.