Leo con toda atención, días pasados, la noticia de que han plantado más de doscientas encinas en Pinilla de Fermoselle, en Sayago, comarca donde la noble encina constituye la principal y fundamental característica de su paisaje. Además, este detalle que me ha llamado la atención, esta plantación se sitúa dentro del paisaje único de los Arribes, lugar donde la característica básica y fundamental es un microclima que permite una serie de cultivos especiales como la vid, el olivo, los almendros y otros frutales, que alcanzan desarrollos importantes en la economía de la comarca. Plantar encinas en Sayago puede constituir una lección para escolares de grado medio que se puede tomar como una proyección de cara al futuro, pero si queremos afrontar el estado en el momento actual por el que pasan los centenares de encimas que llevan muchas décadas sin recibir la caricia del hacha y hoy vamos encontrando ejemplares gravemente enfermos por falta de poda, esta plantación no soluciona el problema. En ese paisaje de los Arribes, fuera de los escasos lugares en donde realmente se explotan a fondo sus posibilidades, nos encontramos con una cantidad importantísima de hectáreas en las que el monte bajo y matorral se han apoderado del terreno. No sabemos si algún día llegará la ahora de su aprovechamiento. Sin embargo, podemos observar la experiencia de algunas prácticas ventajosas unos kilómetros más arriba, en este célebre arribe del Duero en el que el olivo está ocupando extensiones considerables y su cultivo está adquiriendo una importancia económica interesante en la comarca. Pero esta aventura nos lleva a plantear la preocupación por esas hectáreas de monte bajo en las cuales una repoblación de especies como el cerezo, por ejemplo, nos permitiría una aportación muy importante bajo tres aspectos: el primero, si bien menos importante, válido en sí mismo, por el embellecimiento del paisaje. En segundo lugar por el fruto, y por último la madera que constituiría cada veinticinco o treinta años una importantísima aportación económica por el valor de esa madera.

Toda lección es importante y válida pero hemos de entender que en su aplicación hay una escala de valores.