Mientras todos los partidos, casi sin excepción, celebraban el fin de semana los resultados de la encuesta del CIS, la ciudadanía sigue ofreciendo muestras de malestar por la repetición de elecciones y la escasa capacidad de llegar a acuerdos para gobernar. Narciso Michavila, el encuestador que últimamente más acierta en sus predicciones, se queja del rechazo ciudadano a responder a sondeos electorales. "Se nota el malestar", admite. Y se aprecia en cualquier conversación en el ámbito laboral e incluso familiar. La desconfianza en los políticos es generalizada y Pablo Iglesias, seguido de Mariano Rajoy, están a la cola en esa encuesta del CIS.

La fiesta por los resultados previsibles tiene poco sentido porque el treinta por ciento de los votantes decide en los últimos días y, por tanto, hay varias semanas por delante en las que los sondeos pueden dar un vuelco. Por otro lado, no está cerrada todavía la coalición entre Podemos e Izquierda Unida mientras el propio PSOE negocia candidaturas al Senado con algunas "confluencias" de Iglesias, especialmente en Valencia, Aragón y Baleares, donde ya comparten Gobierno, lo que resulta lógico. Y además, la gran incógnita: ese malestar ciudadano por la repetición electoral que habrá que ver cómo afecta a la abstención. Se supone que el PP puede salir beneficiado porque sus votantes muestran más fidelidad a la marca y escaso desencanto, a pesar de los continuados casos de corrupción.

La reunión para la entrega de los Premios Ortega y Gasset el pasado jueves en Madrid dio la oportunidad, no solo de tener cerca a periodistas valerosos y admirables por su trabajo y defensa de la libertad de expresión, sino también de conversar con políticos, empresarios y profesionales sobre el bloqueo político que sufre este país. La opinión más interesante y sensata escuchada en corrillos de tres o cuatro personas fue, como es frecuente, la de Felipe González quien considera que la crisis que está viviendo el país es muy profunda y que tardaremos años en recuperarnos de ella. Inquietante predicción. A Felipe no le salen las cuentas: si se destina el once por ciento de la recaudación a las pensiones, el diez a la Sanidad y el nueve a la educación, queda solo un seis por ciento para mantener la estructura del Estado, incluida la Defensa. A ver cómo se resuelve eso porque la caja no llega. Con una frase, liquida el éxito en el crecimiento del empleo que exhibe Rajoy. "Se ha creado un millón y pico de puestos de trabajo pero las cotizaciones a la Seguridad Social son más bajas que antes de esa creación de nuevo empleo". Y remata: "Se pide por casi todos la derogación de la reforma laboral pero no hay debate sobre las nuevas relaciones industriales, ni sobre el modelo productivo que necesita este país". Cierto: los candidatos hablan poco o nada de los problemas de España y dedican su tiempo a los pactos posibles, es decir al reparto de cargos. Y en esas declaraciones destaca la provocación de Pablo Iglesias, acaso el político mejor dotado para la escena, ofreciéndole a Pedro Sánchez la posibilidad de que sea su vicepresidente. La sensación cuando se escucha a González es que los actuales políticos están desgraciadamente en otras cosas y hablan otro lenguaje, el "politiqués", como lo define la exministra de Cultura Ángeles González Sinde. Y la tentación es pedirle al expresidente que se ocupe él de nuevo de la gobernación de este país, aunque sea solo por las tardes. Así de apurados andamos.

Son tiempos de cambios profundos en la economía y en la sociedad, pero que aún no llegan a la política, salvo en el plano estético. La Fundación BBVA presenta con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas un estudio en el que se afirma que tres millones de personas han caído en España de la clase media a la clase baja. La clase baja roza ya el cuarenta por ciento de la población y la desigualdad no para de crecer. Los cambios en la estructura social son muy importantes por tanto. La composición parlamentaria ha cambiado también porque el bipartidismo tradicional está muy tocado, pero la anunciada "nueva política" todavía no se sabe lo que es. Es decir: o se aprende a llegar a acuerdos y pactos, o seguiremos en el bloqueo tras las próximas elecciones. Da miedo.