El último día del Congreso actual en funciones, bullían las noticias de la actividad política de nuestros efímeros diputados y senadores por Zamora. De repente había iniciativas sobre el AVE que no acaba de llegar, sobre la biorrefinería de Barcial del Barco, que tampoco estaba, y hasta sobre la defensa de la unidad de España, que ni siquiera hacía falta porque no está amenazada.

Pero nosotros "cantamos porque el río está sonando, y cuando suena el río suena el río". Y sonaba en la calle y en Valorio la Internacional que los trabajadores del mundo cantaban desde hace años, y otras canciones con letras que no se han gastado, pero que quieren sustituirse por otras que no asusten a los poderosos: progreso por revolución; derecha e izquierda por arriba y abajo; patrón y obrero por empleador y empleado; postureo por discurso y compromiso. Pero nosotros "cantamos porque el grito no es bastante y no es bastante el llanto ni la bronca".

Tras la bronca entre todos los partidos incapaces de tejer un Gobierno con los mimbres del voto ciudadano, que votó más izquierda que derecha. Y pese a que un núcleo fraguado en Zamora de Izquierda Unida ha sido de los pocos coherentes, generosos y resistentes en la izquierda política, hay quien viene a decirnos que ahora sí nos dejan traer nuestra mochila para remontar el vuelo, ya que no se pudo asaltar el cielo.

Pero nosotros "cantamos por el niño y porque todo, y porque algún futuro y porque el pueblo".

Por el niño, el futuro y el pueblo, no podemos renunciar a lo que somos por un puñado de votos o por un puñado de escaños. Llevamos tantos años trabajando, herederos de otras luchas, que la sociedad sabe quiénes somos. Nos reconocen, aunque no nos voten.

"Cantamos porque el sol nos reconoce y porque el campo huele a primavera".

No renunciamos a lo que somos ni para echar a la derecha política que solo con la abstención de los diputados que lanzaban ese mensaje, sin mancharse las manos con un sí cómplice, hubiera permitido un gobierno en minoría al que el pueblo podría condicionar a su favor desde el Parlamento y desde la calle.

"Cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota".

Hemos seguido cantando desde el primer instante después de que el corazón se hiciera añicos, la ciudad se llenara de tristeza, "la noche fuera siempre alguna ausencia y cada despertar un desencuentro".

Todo esto está pasando en primavera, cuando nació Violeta y vivió veintinueve pocos meses de mayo uno tras otro. Y hoy quiero recordarte en este escrito, porque seguimos cantando, hija mía, y tú con nosotros. Para que no se calle el cantor ni la vida, vida mía.

"Cantamos porque los sobrevivientes y nuestros muertos quieren que cantemos".

No somos los tristes y los gruñones de la izquierda, pese a derrotas, ausencias e injusticias, que cargamos con toda la dignidad de años de lucha, de militancia, de compromiso.

"Cantamos porque somos militantes de la vida". Y porque no nos rendimos. "Porque no podemos ni queremos dejar que la canción se haga ceniza".

Cantamos para que nuestras palabras, nuestras ideas, nuestra vida no se la lleve el viento. (Gracias a Mario Benedetti por ayudarnos a cantar con sus palabras).