Así puede quedarse Izquierda Unida si al final se fragua la coalición IU-Podemos. Alberto Garzón puede estar llevando a un partido heroico, que no se ha rendido por fuertes que soplaran los vientos del descalabro electoral, a su desaparición. Podemos quiere de IU lo mismo que quiere del Psoe: fagocitarlos a ambos. Ser el genuino representante de una izquierda un tanto rara que no sabe si va o si viene, que actúa como una veleta y que se ha propuesto liquidar cualquier sigla política situada a la izquierda. IU le resulta más fácil que el Psoe y Pablo Iglesias se está empleando a fondo para conseguirlo, frente a un Garzón que pretende apoyarse en quien no dudará en dejarlo tirado, en dejarlo caer.

El que fuera coordinador general de Izquierda Unida durante ocho años, Gaspar Llamazares, lo tiene claro. El portavoz de Izquierda Abierta teme que el partido de Garzón corra el riesgo de convertirse en "el satélite de un planeta desconocido que hoy es de izquierdas, mañana de derechas, pasado es transversal y al otro es populista". Y es que la coherencia brilla por su ausencia en la matriz, mareas, confluencias y demás miembros de semejante planetario político.

En Zamora son más listos o más inteligentes que en Madrid. Ven venir la jugada y se niegan, a eso, a hacerle el juego a Iglesias. Es comprensible que Garzón quiera derribar el techo que han tenido sus antecesores. Pero se equivoca eligiendo a semejantes compañeros de camino. Debería escuchar a sus compañeros, a todos, especialmente a los que cuentan con el grado que da la experiencia. Si Garzón pacta, daremos a IU por amortizada.

Los que saben de qué va esta vaina dicen que la coalición es un hecho. A la larga o puede que a la corta será una pérdida irreparable. IU acaba de cumplir 30 años y puede que no cumpla más. Treinta años con sus errores y sus aciertos y a pesar de que su líder es el único que alcanza el aprobado entre los ciudadanos, su debilidad puede ser su muerte. La solución está en presentarse de forma diferenciada. Cada uno liderando lo suyo y, luego, a ver qué pasa. Podemos quiere la liquidación electoral de Izquierda Unida y se ha empeñado en ello llevando a Garzón al huerto, pero no un huerto cualquiera, sino el huerto de los olivos, el particular Getsemaní de Garzón, donde puede que vele armas por última vez como líder de los comunistas.

Lo peor que puede ocurrirle a IU después de todas las vicisitudes por las que ha pasado a lo largo de estos 30 años de historia, es perder su identidad, su razón de ser y estar en política para girar en torno a ese sol, que no se sabe a ciencia cierta si en verdad es el que más calienta, pero que avivan los líderes podemitas todavía arropados con la piel de cordero que esconde sus propósitos. Intenciones que figuran en un documento chavista que no deja lugar a dudas. Iglesias, de momento, solo ha amagado haciendo poner a todos el grito en el cielo. Si las urnas le dan lo que espera, se quitará de encima la piel de cordero y la que se nos vendrá encima será gorda. Para eso necesita a IU y Garzón parece en disposición de entregársela sin rechistar.