Ciertas salvajes actuaciones tienen claras reminiscencias del pasado. Un pasado al que se vuelve peligrosamente sin haber aprendido la lección que la historia nos ha venido dando. Empieza a preocuparme el sectarismo contagioso de ciertos partidos políticos contra, en este caso, el PP y su líder Mariano Rajoy. Los ataques dialécticos son brutales. Y a estos hay que sumar los ataques físicos. Y me da igual que sean directamente a las personas que a sus patrimonios.

El presidente del grupo del Partido Popular en el Ayuntamiento de Barcelona, Alberto Fernández, ha denunciado que hace unas noches atacaron de "forma violenta" la sede de su partido en la capital catalana, donde han roto cristales a pedradas y pintado insultos muy fuertes en la entrada. Alguien con muy mala baba dirá, "claro, sales en defensa de los tuyos". Yo sigo preguntándome, ¿quiénes son los míos? Para seguir respondiéndome al modo y manera machadiano: "Y al cabo nada os debo. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la casa que habito, el pan que me alimenta y el lecho donde yago". Eso de los tuyos y los míos, para quienes tienen algo que agradecer y mucho por lo que callar.

A lo que vamos, "fascistas, burgueses, machistas, explotadores y opresores" son algunos de los insultos pintados a la entrada de la sede popular. Como si todo eso y mucho más, fuera patrimonio del PP. Nunca olvidaré que un montón de abajo firmantes de una central sindical de Zamora, en desacuerdo con un artículo de servidora, enviaron una carta a este periódico, pidiendo mi expulsión, llamándome de todo menos guapa y enviándome a mi "casa a fregar". Por cierto, la tengo como los chorros del oro.

Lo ocurrido en Barcelona, que se repite con excesiva asiduidad contra el PP, me recuerda la "Kristallnacht" o Noche de los Cristales Rotos ocurrido en la Alemania nazi y Austria durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 llevado a cabo por tropas de asalto de las SA conjuntamente con la población civil, mientras las autoridades alemanas observaban sin intervenir. Estos ataques fueron dirigidos contra ciudadanos judíos y sus propiedades. Los ataques dejaron las calles cubiertas de vidrios rotos. A ello siguió una persistente persecución política y económica a la población judía que fue el paso previo al inicio de la Solución Final y del Holocausto. Ah, ¿que estoy exagerando? Por algo se empieza. Ciertas situaciones y posiciones se están enconando peligrosamente con el beneplácito de líderes que solo buscan su acomodo personal, nunca el servicio a España y a los españoles.

La persecución al PP y la campaña de desprestigio contra Mariano Rajoy es rotunda. En el caso de Barcelona deja bien a las claras que las políticas que se llevan a cabo desde Generalitat y Ayuntamiento se han convertido en actos violentos y desproporcionados que sufren en municipios y distritos, fundamentalmente las gentes del PP. Ser del PP en Cataluña es un riesgo que solo asumen los valientes. Ya han vivido varias noches de "cristales rotos". ¿Qué será lo siguiente?