Es posible que a dos dirigentes políticos, o a tres, les interesara repetir elecciones pero la sociedad civil, casi sin excepciones, se muestra muy crítica con el fiasco. Hasta los dibujantes lo reflejan: "Comprendo que haya que repetir elecciones pero lo asombroso es que repitan los mismos candidatos", firmaba su viñeta El Roto. "Mariano, nuestro nieto ha dicho su primera frase: "¡Les daba así!"", rezaba el dibujo de Forges. O en otro, de Idígoras y Pachi, se veía a los cuatro angelitos de la jaculatoria peleándose por ser el jefe y el vicepresidente de las cuatro esquinitas de la cama.

Ha sido una descomunal pelea de sillas de poder anteponiendo intereses individuales a los colectivos. Y todo indica que seguirá siendo igual. En los dos meses que faltan para esa batalla, tras el 26 de junio, cada partido entrena a su manera para estar en forma en la siguiente reyerta. Los socialistas han optado por discutir sobre el puesto número siete de la lista de Madrid donde figuraba, y no salió, Eduardo Madina, perdedor de las primarias ante Pedro Sánchez y ahora protegido de Susana Díaz. Y si no, reñirían por alguna otra cosa. En Izquierda Unida pelean sobre si aliarse o no con Podemos. En Podemos cuesta disimular la tensión entre Iglesias y Errejón y en el Partido Popular hay paz pública pero malestar en privado por el inmovilismo y la inacción de Rajoy.

Entretanto, la ciudadanía protesta. "Si los partidos funcionaran como las empresas, estos políticos hubieran sido despedidos tras un fracaso como este", ha dicho el presidente del Círculo de Empresarios, Javier Vega de Seoane. En el Senado, Sociedad Civil por el Debate, entidad cuyo Manifiesto han suscrito una veintena de Colegios profesionales y asociaciones que representan a millón y medio de ciudadanos, reiteraba su petición de "menos estética y más ética". Desde la presidenta del Consejo de la Abogacía al presidente de los empresarios de Madrid, desfilaron también por la tribuna los máximos representantes de los ingenieros, médicos, periodistas, enfermeras, fisioterapeutas, jóvenes empresarios y trabajadores autónomos, así como directivos del espacio de las fundaciones y del mundo cultural, representado por la portavoz de la entidad, Sole Giménez, compositora y cantante. La línea argumental de todos ellos era coincidente: ante el fracaso de la política, la sociedad civil debe tomar la palabra y exigir pactos por la Educación, Sanidad, Justicia, Empleo, Industria, Ciencia y cualquier ámbito fundamental de la vida ciudadana. Pactos duraderos y, por tanto, consensos amplios para dar estabilidad al programa de reformas que necesita el país.

Hay una ingente tarea por delante y cada vez parece más difícil afrontarla porque ni siquiera logran aliarse 176 diputados para elegir un gobierno sabiendo, además, que algunas reformas, por tratarse de leyes orgánicas, necesitan mayorías todavía más amplias.

Si se compara el discurso político general de los últimos meses -centrado en litigar por parcelas de poder- y la música que se escuchó el miércoles en el Senado en ese acto ciudadano, se diría que existen dos países muy distintos: el de la política por un lado y, por otro, el la sociedad civil que exige afrontar problemas reales y encontrar soluciones. Esto se parece cada vez más al inicio de la Transición cuando se hablaba de un "país oficial y un país real". El perspicaz Adolfo Suárez propuso resolver esa distancia con una frase célebre: "Hay que hacer normal en las leyes lo que es normal en la calle". También entonces la sociedad civil se puso en marcha y presionó para superar el viejo régimen y abrir una nueva etapa. Cada vez hay más convencidos de que la salida a la crisis política que estamos viviendo solo vendrá de la presión coordinada de las entidades que, con respeto pero con firmeza, están dispuestas a exigir acuerdos, consenso y pactos de Estado a los partidos.

Y algo más: valores. Aquí apenas nadie habla de valores, salvo el Cholo Simeone -¡increíble!- cuando engloba a todos, desde los directivos al personal más humilde y la hinchada para elogiar el trabajo esforzado de sus futbolistas en el campo. Valores para superar el partido vital que juega este país desganado.