Hay días que mejor que no amaneciera. Por ejemplo, el pasado jueves. Andábamos celebrando ese dubitativo sol de abril y recreando la vista en un campo espléndido, verde-lujuria, con los brochazos amarillo-alegría que le da la colza cuando un par de estadísticas vinieron a amargarnos la mañana, la tarde, la noche y las jornadas sucesivas. No esperábamos milagros, pero el tortazo ha sido recio, contundente, desmoralizante, de los que dejan cicatrices en el alma, en el ánimo y en la capacidad de esperanza. Me refiero a los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) y a los del padrón de habitantes a fecha 1 de enero del 2016. Todos negros, muy negros.

La EPA del primer trimestre del año ha dejado boquiabierto a más de uno. Resulta que en España subió el paro en 11.900 personas y en Castilla y León, en ¡¡¡8.000!!!, es decir que aquí acumulamos tres cuartas partes del aumento de los desempleados españoles entre enero y finales de marzo. ¿Cómo se come esto?, ¿y cómo se come que de los 8.000 castellano-leoneses, 5.100 correspondan a la provincia de Ávila? O han fallado las cuentas, lo que sería grave y para desconfiar, o a la provincia abulense ha llegado el Apocalipsis sin avisar y sin que haya servido para mucho la mediación de santa Teresa. De modo que por estos pagos de pan llevar ya andamos por los 209.000 parados, lo que es una barbaridad se mire como se mire. Aunque quien lo mire sea el viceconsejero de Empleo de la Junta, Mariano Gredilla, que, al hacer balance de la EPA, dijo que los datos anuales eran "positivos, pero sin triunfalismos". Hombre, don Mariano, como para sacar pecho con 8.000 desempleados más y 11.100 ocupados menos. Pero él, claro, se refería al balance anual. Y recalcó que, en los últimos doce meses, hay 24.400 parados menos y 19.500 ocupados más. El que no se conforma es porque no quiere? o porque ha recibido órdenes.

¡Qué curioso! Allá donde la EPA ha registrado más paro, los consejeros, vices, directores generales, etc. han puesto el acento en los datos positivos. De lo negativo únicamente han hablado los sindicatos, la oposición y los francotiradores de la cáscara amarga. Desde la oficialidad sigue imperando el todo va mejor, la economía se recupera, crecemos más que Europa, continuamos creando empleo aunque haya pequeños baches estacionales como el actual? Pues nada, se ve que aquí la única que se equivoca es la realidad; habrá que llamarla al orden, ponerla firme y exigirle más seriedad y menos guasa.

Andábamos cabizbajos y meditabundos (o como decía mi amigo Colás Blanco cabizbundos y meditabajos) con lo de la EPA cuando nos lanzaron, casi a la cara, para partírnosla, los datos del padrón. Otra bofetada, pero esta continua, sin dientes de sierra, sin posibilidad de que alguien de la oficialidad pueda extraer alguna conclusión positiva, ni siquiera mediopensionista. La EPA nos da de vez en cuando alguna satisfacción, el padrón, no. Llevamos años y años, lustros y lustros, décadas y décadas perdiendo población, desertizándonos y los números del jueves no han hecho sino confirmarlo. En 2106 Castilla y León perdió 25.261 habitantes, más de una cuarta parte de los 99.439 que desaparecieron de España. Ninguna provincia de la región se salvó del desastre. En términos relativos, la más damnificada fue Zamora con un descenso de un 1,7% y 3.044 almas menos. En términos absolutos, impactan las cifras de León, que disminuyó en 6.217 habitantes. Más de 3.000 perdieron Burgos y Salamanca; casi 3.000 Valladolid y Ávila; más de 2.000 Segovia y más de 1.000 Soria, que ya ni llega a los 90.000 habitantes en una extensión más o menos como la de Zamora.

Hasta aquí los datos secos, no diré fríos porque a mí me encienden, sobre todo al comprobar que, padrón tras padrón, se constata una despoblación aguda y lacerante a la que nadie pone remedio. Reuniones, estudios, discursos, anuncios de planes, libros blancos, estrategias, comisiones en las Cortes, convocatorias de expertos y, al final, nada de nada de nada. Empeora la situación, se intuye un agravamiento (crecimiento vegetativo negativo con muchas más muertes que nacimientos) y no se vislumbra salida de ningún tipo. Desde la Junta vuelven a decirnos que es culpa de la crisis y ahora nos piden que echemos una mano, que aportemos ideas, que pongamos en marcha la imaginación. A buenas horas? Pero, por mí que no quede; por si sirve de algo, ahí va una propuesta que ya he repetido más veces: esta tierra necesita un Plan de Repoblación, o sea traer gente y facilitar su instalación en zonas donde tierras, praderas, bosques y casas están siendo abandonadas. ¿Duro y difícil? Sí, pero ¿cuál es la alternativa?, ¿seguir así hasta que el último apague la luz y cierre la puerta?