Donde hay música no puede haber cosa mala". La frase de Sancho me viene pintiparada para recordar el acontecimiento musical que tendrá lugar mañana en Toro. Aqva es el punto de partida de una programación en la que el Ayuntamiento que preside Tomás del Bien ha echado el resto y en el que la concejala de Cultura y Educación, Sara Pérez, ha puesto de manifiesto su enorme sensibilidad, siendo como es Sara una mujer con una voz envidiable para el canto no podía por menos. Si a todo ello añadimos la sabiduría y el "savoir" del maestro David Rivas, Aqva promete, más allá de la iconografía, de las pinturas, de los objetos de arte de una de las mejores exposiciones llevadas a cabo en el ciclo de Las Edades del Hombre, en la que se nota la impronta del delegado diocesano de Patrimonio, José Ángel Rivera de las Heras.

Toda España sabe que mañana, 1 de Mayo, la iglesia de Santo Tomás Cantuariense de Toro acogerá un recital de la soprano guipuzcoana Ainhoa Arteta. Una hermosa mujer, bella por dentro y por fuera, dotada de una voz maravillosa que en Zamora ya tuvimos ocasión de disfrutar hace unos años, en otro marco extraordinario, la iglesia de María Auxiliadora. Junto a Arteta que estará acompañada al piano por Rubén Fernández Aguirre, habrá otro grande, el compositor y músico español Antón García Abril. Con ellos, posiblemente sobraría para complacer el gusto más exigente, el hambre de lo que Beethoven consideraba una "revelación más alta que ninguna filosofía".

Pero es que a ese recital, hay que sumarle, que no añadirle, la presencia de tres zamoranos de los que bien podemos sentirnos orgullosos en toda la provincia: el compositor David Rivas, el dramaturgo Daniel Pérez y el barítono Luis Santana. Un trío de ases que ha aunado sabiduría poniéndola al servicio de este recital, de este concierto tan especial. En la segunda parte, se estrenará "Agua" la obra original del maestro Rivas, con textos, absolutamente maravillosos, de Daniel, en la que Arteta y Santana desarrollarán todas sus capacidades que son infinitas. Será como una conversación entre dos personas unidas por el agua purificadora que recorre el pentagrama en el que el toresano David Rivas ha puesto el alma. Y eso se percibe, se siente, se nota.

Seremos muchos a aplaudir y a enorgullecernos, eso espero y deseo de corazón, de la participación de estos ases zamoranos a los que Toro, su Ayuntamiento y la propia Arteta han dado esta oportunidad que hay que saber agradecer en lo que vale, que es mucho. Me gusta que un templo como el de santo Tomás, acoja este recital que es, como todo lo que Ainhoa Arteta hace, sublime. La soprano ya logró encandilar al mismísimo obispo de Zamora, don Gregorio Martínez Sacristán, en su recital zamorano. Fueron sus palabras nacidas del corazón, en ese momento amargo de la desaparición de su madre, que revivió de palabra y con lágrimas en los ojos.

La velada, promete. Hay que agradecer a todos cuantos la hacen posible el esfuerzo. Tomás y Sara. Y, cómo no, David, Luis, Daniel, Ainhoa, Antón, Rubén, dueños de una vida dedicada a la música o lo que es igual, de una vida bellamente empleada.