Todos los políticos y todos los partidos, se entiende. Culpables, todos, al no ser capaces de llegar a un acuerdo para dotar de Gobierno al país. Divididos y enfrentados por feroces egoísmos, por odios personales y partidistas, por tabúes y líneas rojas, pese a tanto hablar del bien de España no han dudado en abocar la situación hacia unas nuevas elecciones. Total, más de 150 millones de euros de coste, que deberían restarse luego de las subvenciones a los partidos y de los sueldos a los parlamentarios y altos cargos hasta pagar la totalidad de un dispendio forzado por la falta de voluntad o por la mala voluntad de todos y cada uno de ellos, los que no han hecho posible el entendimiento necesario.

El rey recibió a los que faltaban, los líderes de los grupos protagonistas: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, en unas entrevistas sin esperanzas en las que tanto Rajoy como Pedro Sánchez hicieron saber al monarca su imposibilidad absoluta de garantizar una sesión de investidura para formar Gobierno. Y eso que horas antes se supo de la propuesta de Compromís, aparentemente razonable y forjada sobre 30 puntos básicos y de principio, para llegar a una coalición de última hora que permitiese un Ejecutivo íntegramente de izquierdas, con Sánchez como presidente y en la que se integrarían Podemos, IU, Compromís y las mareas rojas. Pero las respuestas fueron inmediatas, la primera de Albert Rivera, el de Ciudadanos, que no pintaba nada en el asunto pero que lo rechazó despectivamente. Luego, el PSOE con una propuesta insólita: un Gobierno de independientes durante dos años, con Sánchez en la presidencia, y finalmente Podemos, desmarcándose de nuevo, burdamente, como ha hecho siempre a la hora de la verdad. Pero de dónde se saca esta gente lo de los independientes. En un Gobierno tienen que estar los elegidos por los electores, y otra cosa más parece un fraude a los votantes.

Culpables todos, sí, pero unos más que otros. Sánchez le dijo a Felipe VI que la pinza de PP y Podemos bloqueaban la situación y le impedían formar su Ejecutivo. Lo que no se entiende es cómo pretendía el del PSOE conseguirlo con solo 131 escaños y eso gracias a Ciudadanos. Ha sido una ilusión absurda, un trampantojo, o lo que haya sido, que solo ha servido para indignar más a los españoles, hasta las narices ya de esta clase política que se padece, de la vieja y de la nueva. Gran culpa y responsabilidad es del PSOE y de Podemos que han desperdiciado la oportunidad de formar un Gobierno de cambio, y que en las elecciones que vienen pagarán en votos su intransigencia. Las encuestas van a la baja en cuanto a Sánchez y en cuanto a Iglesias, un líder que comparte junto a Rajoy el rechazo de gran parte de los electores, aunque les voten. Y mucha culpa igualmente del PP, siempre agazapado y sin asomar la cabeza, aferrado a la cantinela de la gran coalición, y de Ciudadanos por sus maniobras en pos del poder a un lado o a otro. Puede que ambos partidos ganen algunos escaños más, pocos según los sondeos, y que juntos pudieran rondar una mayoría suficiente. O no. Los resultados del 26J decidirán, aunque lo más probable es que sean más o menos similares a los del 20D, con todo lo que ello volvería a suponer.