No me gusta un pelo la banca que viene, es decir, la nueva banca, esa a la que los mercados presionan en forma de fusiones o ajustes de plantilla. Y vamos a ver mucho de lo primero y sobre todo de lo segundo. La banca va a ajustar tanto sus plantillas que ver a un bancario en una oficina de la entidad que sea, va a ser casi un milagro. Todo eso nos obligará a los clientes a adquirir nuevas costumbres. Tendremos que hacer algún tipo de máster para atender nuestros propios intereses.

Hablando de intereses, no pueden ser más bajos los que nos dan estas entidades que nunca arrojan pérdidas y cuando las arrojan no tienen problema alguno porque para eso están los gobiernos de turno, para ayudarles a salir de baches propios y ajenos. ¡Y si solo fueran los intereses! Pero es que resulta que la banca lleva una semanita advirtiéndonos de que el cliente, usted y yo entre otros muchos millones, tendremos que acostumbrarnos a pagar por servicios ahora gratis. Abogo por volver a colocar el dinero debajo del colchón o levantar una losa, hacer un agujero y disponer de cuenta corriente en casa sin más impuestos que los que ya nos impone Hacienda.

Al parecer, la viabilidad de estos monstruos pasa por la digitalización de los servicios y, en consecuencia, el cierre de oficinas. ¡Más leña al paro! Lo siento por todos los futuros afectados. Algunos ya saben que han sido apuntados por el índice descolocador. Pero es que la susodicha viabilidad también pasa por el bolsillo de los usuarios con el cobro de nuevas comisiones por servicios que, como explico más arriba, hasta ahora han sido gratuitos. Resulta que nuestro dinero no es nuestro. Nuestro dinero es de Hacienda, que por algo somos todos o eso parece, y de la banca. Vengo diciendo hace algún tiempo, a tenor de lo que veo en el banco del que soy cliente, que no tardando mucho nos cobrarán por abrir la puerta y decir buenos días, eso siempre y cuando el usuario sea lo suficientemente educado. Y voy bien encaminada.

Si el descrito es el futuro que nos espera, por favor, que venga el pasado. Recurramos al "Ministerio del Tiempo" y que hagan algo en este y en otros sentidos nada agradables. Un cerebrito de uno de los bancos fuertes ha dicho que el sector debe "repensar", ¡malo!, ¡ya no piensan, repiensan!, si tiene sentido obligar al cliente a ir a la oficina tal y como se hace ahora. Quieren matar dos pájaros de un tiro, cargarse al empleado, ponernos a trabajar a través de Internet y cobrarnos un plus por la atención on line o como quiera llamarse. Quieren reducir a fondo el coste de los procesos y les importa un bledo si se llevan por delante a los empleados y de paso a la paciencia y el dinero de los usuarios. Ellos a lo suyo que es engordar la faltriquera, la cuenta de resultados y así mantener el ritmo de vida que nada tiene que ver con el nuestro, con el de los pobrecitos clientes.