En cuántas ocasiones, desde los años 70 del pasado siglo, nos hemos manifestado en contra de la idea grosera, intencionadamente generalizada de que Castilla y León simbolizaban el peor centralismo y que se habrían aprovechado del mismo durante la dictadura del general Franco?

Durante estos días, anteriores al Día de Villalar, fiesta de la Comunidad, he asistido como todos los años, invitado por centros educativos, a pronunciar charlas y debates en relación a la celebración de la misma y a la gesta de los Comuneros. Tengo que manifestar que cada año compruebo mayor interés entre los jóvenes castellanos y leoneses por relacionarse con nuestra historia, en analogía con el futuro. Su futuro.

Uno de los aspectos que despiertan mayor interés entre los jóvenes, es la participación histórica de Castilla y León -unidos desde 1230- en la construcción de España. También su aportación económica a la financiación de los proyectos y aventuras del Estado, como lo fue el descubrimiento y colonización de América. En los estudios realizados por Ramón Carande, importante historiador palentino, y como nos tienen advertido Claudio Sánchez Albornoz, José Antonio Maravall y Joseph Pérez, la aportación humana y económica de castellanos y leoneses al erario público fue más importante y más cuantiosa que las riquezas que venían de América.

En aquel momento de la historia de España, nuestros antepasados, los ciudadanos castellanos y leoneses, probablemente cargaban con demasiados gravámenes fiscales, entre otros, el mantenimiento del Sacro Imperio Románico Germánico de Carlos V, que no tenía nada que ver con la actual Unión Europea.

Frente a tantos agravios, una parte importante de los ciudadanos se organizaron para reclamar mayor justicia y como es sabido, lucharon, perdieron y terminaron siendo "ajusticiados" muchos comuneros anónimos y sus líderes, Padilla, Bravo y Maldonado, en Villalar el 23 de abril de 1521. Por lo tanto, no celebramos una derrota, como algunos malintencionados pregonan. Celebramos una gesta de quienes creyeron en la paz, la justicia y la libertad.

Como en tiempos pasados, Castilla y León es hoy una comunidad que no necesita de un referéndum para ser histórica. Contamos con los méritos y las condiciones necesarias para desarrollar sus potencialidades y grandes recursos, que son muchos. Disponemos de una gran heredad histórica, monumental y bibliográfica, la más importante de España. Tan importantes son, también, para la economía, riquezas como el patrimonio físico y medioambiental, en estos tiempos de movilidad y turismo. Poseemos grandes universidades y centros educativos de gran calidad, profesores y maestros de reconocido prestigio. Evidentemente tenemos que desarrollar todas las capacidades posibles en tecnología agroindustrial y la creación de incentivos para la investigación. Lástima que en las últimas reconversiones, unidas a la profunda crisis económica, hayamos perdido la posibilidad de crear con nuestras múltiples entidades de crédito y ahorro, ahora desaparecidas, el llamado "músculo financiero", que nos hubiera permitido una más directa financiación para nuestras empresas y emprendedores. Hay que reconocer que no se ha estado acertado.

Por otro lado parece necesario estimular una mayor inquietud en los ciudadanos castellanos y leoneses, para conseguir los valores solidarios, que ya existen. También a la pertenencia y la defensa de la propia historia en relación a los ciudadanos, los pueblos y las ciudades, que en general no se han visto favorecidos, más bien lo contrario. Sigue siendo necesario disponer de un proyecto común y conectar con los sentimientos y la voluntad, una aspiración y un interés colectivo que nos hermanen y hagan posible esta comunidad. Creo que se deben recoger todas las iniciativas para desarrollar los objetivos de seriedad, rebeldía y orgullo, así como rendir de forma explícita y permanente un homenaje a quienes de forma positiva y memorable dedicaron y dieron su vida en defensa de la libertad y de los derechos legítimos de los ciudadanos.

Volviendo al presente, es un clamor la necesidad de poner en marcha políticas que fijen población, que posibiliten la creación de empleo para las generaciones más jóvenes que, como hemos manifestado tantas veces, son las mejor preparadas de la historia con recursos propios. Esta será la mejor manera de crecimiento y desarrollo de Castilla y León, al tiempo que se fomenta el arraigo y la conciencia autonómica.

Hoy como ayer, Castilla y León y otras comunidades se rebelan contra el poder central, en relación a la financiación de las comunidades autónomas, por sus exigencias de cumplimiento del déficit presupuestario, que condicionan y ponen en peligro el estado de bienestar (la sanidad, la educación, los servicios sociales, etc.) que tanto esfuerzo ha costado conseguir.

Y es que el recuerdo y la celebración de Villalar cada 23 de abril no pueden perder el carácter reivindicativo y de denuncia que representó el Movimiento Comunero. Compatible con la celebración de una fiesta de solidaridad, de encuentro y amistad.

Una vez más, quiero agradecer y felicitar a tantos paisanos castellanos y leoneses de toda condición social, personas del común, que siguen acudiendo a conmemorar un gran acontecimiento histórico y universal, que honra a la condición humana. También deseo reconocer públicamente al Ayuntamiento, la Corporación con su alcalde a la cabeza, así como a los vecinos, la magnífica acogida que año tras año dispensan a los miles de comuneros que visitan estos días Villalar y su Campa. Allí nos encontraremos.

(*) Primer presidente de

Castilla y León