Parece mentira lo mucho que puede suplir la experiencia a la falta de escuela incluso elemental. Bastantes cosas de lo poco que sé cuando se refieren a la vida corriente, las aprendí de dos personas una de las cuales no pudo pisar la escuela de su pueblo y el otro tampoco pudo asistir mucho. Mi abuelo materno, que nació en Ricobayo, era analfabeto por completo; y un hijo suyo tuvo que dedicarse a la labranza desde la pubertad, primero como sirviente y luego como labrador que, merced al trabajo y el ahorro, llegó a poseer una regular hacienda. Y de los dos aprendí; más de mi abuelo, porque tuve mayor contacto; pero también de mi tío.

De mi abuelo oí, por primera vez, un dicho que la vida diaria nos presenta muchas veces, porque es de general conocimiento: "El perro del hortelano, ni come las berzas ni deja comerlas al amo". Se dice cuando una persona no hace algo y, por el contrario, sirve de obstáculo para que lo realice otro. Recuerdo que, en una ocasión, estaba yo en un surco por donde venía trabajando mi abuelo. Yo me deleitaba viéndolo hacer con su formidable maestría y por eso estaba parado mirándolo. Él me dijo: "Quítate de ahí; no seas el perro del hortelano: no haces y no dejas hacer". Mi tío lo decía sobre todo en las labores del verano con una frase más breve: "El que no hace, estorba". Nos lo dedicaba a quienes estábamos distraídos cerca de la trilla, por ejemplo, estorbando a quien llevaba a cabo la tarea que fuera.

Yo quiero aplicar este dicho popular a las instituciones españolas que se han reservado para ellas las labores que antes -en los tiempos de mi niñez y juventud- yo vi realizar a los vecinos de los pueblos. Un ejemplo muy conocido es el arreglo de aquellos caminos de tierra que llevaban a las fincas de labor y por los cuales deberían discurrir las yuntas con sus yugos, o con los carros, para realizar las faenas del campo. Para esas tareas se juntaban los vecinos convocados por medio del concejo. También vi hacer lo mismo, en algún pueblo, para limpiar la orilla del río o el cauce del mismo, si la maleza podía impedir el normal discurrir del agua y causar estragos serios en caso de la crecida del río.

En algunos pueblos de Sayago, Aliste o Sanabria se ha originado un problema estos años pasados, porque el envejecimiento de la población impide a los escasos vecinos algunas tareas de las citadas. Reclamaban la intervención de la Diputación para que solucionara el problema por medio de jornaleros. En estos días, ocurre por las crecidas de los ríos que llegan a inundar las viviendas y demás edificios accesorios. Los vecinos de la comarca de Aliste han solicitado a la Confederación Hidrográfica del Duero que les permita limpiar la maleza de los ríos, numerosos en todo el oeste zamorano y muy afectados por las lluvias tan abundantes en la provincia de Zamora y otras provincias de la comunidad castellanoleonesa.

Aquí viene la aplicación del consabido dicho castellano: las instituciones (nacionales, comunitarias y provinciales) han venido reservándose competencias en las tareas que antes realizaban los vecindarios. En concreto, las confederaciones hidrográficas han asumido tales competencias sobre los ríos que los vecinos han de solicitar un permiso para cualquier actividad en el río que baña sus tierras. Los estragos que la prensa nos trae a diario, producidos por los ríos que se desbordan por la afluencia anormal de agua, nos hacen observar que ese fenómeno se debe -en la mayoría de los casos- a la negligencia en la acomodación del cauce o las márgenes del río crecido. En otro tiempo esa negligencia debía atribuirse a la incuria de los vecinos, que no habían atendido a las necesidades del río. Ahora -como se ve claramente en el oeste zamorano- la negligencia debe atribuirse a la Confederación Hidrográfica. Y los vecinos, en su buena voluntad, solicitan el oportuno permiso para limpiar, porque, de otro modo, el río seguirá sin acomodar, porque la Confederación haría de "perro del hortelano". Afortunadamente las quejas de los alistanos han conseguido las imágenes que hemos visto en La Opinión-El Correo de Zamora: un trabajador de la Diputación Provincial limpia el puente de Domez; y un grupo de trabajadores limpia, por cuenta de la Confederación Hidrográfica del Duero, las márgenes del río Aliste en parte de su recorrido. Aprobamos y deseamos que se amplíe a otros lugares este rechazo afortunado a lo que podríamos llamar "el perro del hortelano". La Diputación Provincial de Zamora y la Confederación Hidrográfica del Duero "hacen y dejarán hacer" -con el permiso solicitado- en lo que se refiere a las crecidas de los ríos.