Es un escándalo compartido por las dos provincias que el dinero que llega a la comunidad para compensar los desequilibrios territoriales, y que si llega a esta región es por la pobreza de zamoranos y sorianos, se reparta para las más desarrolladas como Valladolid, León o Burgos. Tanto es así que todos los partidos de la Diputación apoyaron una propuesta de IU en el pleno para cambiar esta injusticia.

No pretendo por tanto comparar entre dos provincias hermanadas por la mar de agravios del presente y el eterno río Duero, sino hablar de escándalos políticos. Porque pese al alboroto que algunos concejales zamoranos del PP montan un día sí y otro también en el Ayuntamiento de Zamora, lo escandaloso es lo de Soria, el ministro de su partido, o lo de su alcalde de Granada. Eso sí son escándalos políticos, por los que se han marchado en un país donde "Dimitir es un nombre ruso" (y un chiste malo), y no lo que denuncian en Zamora, que les hace desaparecer como a los vampiros en cuanto se hace la luz y taquígrafos.

Como ha pasado recientemente con la escandalera de los folletos por partida doble. Primero porque se agotaron los folletos del sencillo punto informativo de la estación de tren, mal llamada estación del AVE aunque quizás lo sea en el futuro si desaparecen otros trenes. Un "mupi" que sustituye al espacio pedido y denegado para información turística cuando se remodeló la estación que, de momento y para no perder oportunidades, el propio concejal de Turismo se encargaba de reponer diariamente en vez de encomendar esta nueva función a un recortado empleado municipal. En lugar de agradecerle su interés y trabajo, montan una escandalera cuando por duros motivos personales no ha podido hacerlo durante cuatro días.

Después porque, no contentos con haber metido la pata, hacen sangre con otros folletos de Cultura porque se han encargado a una empresa de fuera, sin saber que se ha avisado a las imprentas de Zamora -que no presentaron oferta salvo una de Benavente- y se adjudicó a la más barata, de León? Para más inri, la misma imprenta que hizo los folletos varios años por encargo del escandalizado denunciante.

Aunque no es de extrañar que sospechen de corrupción, con la que les está cayendo de Soria a Granada, de Bárcenas a Barberá. De norte a sur, de este a aquel.

La susceptibilidad generada por la corrupción en su partido es la única forma de explicarse que hagan un escándalo por la convocatoria de un pleno urgente para que diera tiempo a contratar a 49 trabajadores antes de fin de mes, en el plazo impuesto por la Junta. O porque nos parezca urgente que los bomberos de la capital hagan guardias para aumentar la seguridad cuando salen a la provincia para atender cualquier riesgo.

A falta de escandaleras típicas de la política a las que nos tienen acostumbrados, tales como adjudicar obras o servicios a los amigos, se hace un escándalo de que un concejal regale una bandera republicana de su propiedad a un grupo de descendientes de republicanos que visitaron el Ayuntamiento, donde con toda normalidad se ha colgado recientemente la bandera del Sáhara, la arcoíris del orgullo gay y la del pueblo gitano.

A falta de poder criticar la bajada de sueldo del alcalde o la reducción de liberados del gobierno municipal, se monta un pollo con el tapizado en rojo de un sofá que se caía de viejo y que es de uso público, a cargo del dinero de protocolo que el año pasado estaba destinado a la alcaldía y que el alcalde de ahora no iba a gastar.

Y lo mismo les pasa a nivel provincial, donde hacen un escándalo por homenajear a los muertos de la represión franquista en una fosa común en Benavente, o porque se pregunte al pueblo de Villaralbo si quieren o no festejos taurinos.

Pero es que por más ruido que hagan, en cuanto se hace la luz se tienen que callar, como les ha pasado a nivel estatal: ¡Tanto hablar de Venezuela, para acabar topando con los papeles de Panamá!

Y es que no escandaliza lo que queréis, sino lo que estáis haciendo.